La visita papal está confirmada. Del 23 al 26 de Marzo el Papa Benedicto XVI  arribará a tierras mexicanas, sobre todo a Guanajuato, un rincón mayormente católico donde gozará de la fe de alrededor de 750 mil fieles de diversas partes de la república, quienes se desplazarán para presenciar un acto religioso lleno de algarabía social, política y de fe, toda una cortina perfecta para cerrarle los ojos a la mayoría o bien incitarlos a permanecer despiertos.

 

Dicho encuentro se llevará a cabo antes de comenzar las campañas presidenciales, si es que acaso no han comenzado ahora con las apariciones en público y spots de elecciones internas para seleccionar un candidato a la presidencia en el PAN, que en realidad pareciera adelantarse al primero de abril, fecha de arranque de las maniobras mediáticas.

 

Pues bien, este arribo a México pareciera un “regalo” del blanquiazul para conquistar nuevamente el voto, tras perder cierta popularidad al no brindarle totalmente desde la trinchera desde donde se encuentre, lo que el pueblo merece.

 

Y ni siquiera imaginemos los millonarios gastos que generaría dicha presencia en nuestra república mexicana, que lo único bueno que podría traer es un mensaje de paz y esperanza para seguir adelante ante las adversidades, utilidad a nivel de conciencia y actitud, pero no de acción, porque con la fe no se alimenta uno y mucho menos observando el contraste social entre la vestimenta y equipo del líder religioso y sus seguidores.

 

Cabe aclarar que no se está en contra de la visita, más bien de la dedicación excesiva en términos económicos y prioritarios, al igual que los tiempos coordinados, ¿coincidencia adrede o paranoia sin sentido? Hay algunas pistas que nos llevan a ello. Por ejemplo Guanajuato lleva 20 años gobernado por el PAN y obviamente Felipe Calderón no perderá la oportunidad de sostener un encuentro con el Papa.

 

Esperemos que su visita no resulte ostentosamente presente que nos haga adorarlo y venerarlo por la aguja ideológica temporalmente o bien hartarnos de verlo u oír información acerca de sus rituales. Por lo pronto, parte de su discurso podría ser similar al de la víspera de año nuevo, solicitar a los feligreses no angustiarse por el actual contexto de violencia, corrupción, crisis y violencia. Esperemos que por lo menos su mensaje aparte de confianza brinde fuerza para que los mexicanos despierten, luchen por mejorar su entorno e involucrarse.