(Si no me equivoco, el estudiante agredido en esta foto de 1968 es el expresidente Ernesto Zedillo)

A mis 12 años de edad, en Monterrey, no estuve perfectamente al tanto de los hechos de 1968 en Tlatelolco. Recuerdo los Juegos Olímpicos, sobre todo la medalla de plata del Sargento Pedraza. Algo escuché por ahí acerca de que los soldados habían matado estudiantes, pero nada más.

Entendí mejor ?hasta vi una manifestación juvenil en el centro de la Sultana del Norte? la matanza del 10 de junio de 1971. Pero no crecí con el trauma de acontecimientos lejanos, tanto porque ocurrieron cuando yo era muy joven, o niño inclusive, como por haberse registrado en la Ciudad de México, que por cierto conocí hasta después de haber cumplido los 20 años de edad.

Me gustaba leer los diarios editados en Monterrey ?El Norte, hermano mayor de Reforma, y el prácticamente desaparecido El Porvenir?, pero eran rotativos si no de derecha, muy conservadores; si se ocupaban de lo ocurrido en 1968 y 1971 era para criticar a los que protestaban, no al gobierno y menos aún al ejército.

Recuerdo mejor el golpe de Estado en Chile. Me impactó tanto que, años después, como estudiante del Tecnológico de Monterrey, en una conferencia que dio Milton Friedman, considerado el ideólogo económico detrás del asesinato de Salvador Allende, quise preguntarle al economista de la Universidad de Chicago si no tenía remordimientos, pero no me dejaron hablar. No recuerdo si Friedman tocó el tema chileno en su plática, creo que sí?

Cuando en los noventa llegaron a posiciones de poder, en el gobierno o en la oposición, los que fueron estudiantes universitarios en 1968, la matanza de Tlatelolco empezó a ser algo así como una celebración oficial. Al menos dos presidentes, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, ese año cursaban la carrera de economía. Salinas en la UNAM, Zedillo en el Politécnico. Lo crean o no, Zedillo participó en las protestas y hasta fue agredido por la policía.

Envejecieron tanto aquellos estudiantes que ya dejaron las principales posiciones de poder, insisto, en el gobierno y en la oposición. Entre los políticos actualmente vigentes muy pocos eran estudiantes en 1968. Tal vez solo Jesús Murillo Karam, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones. Pero todos los otros, no.

Andrés Manuel López Obrador entró a la UNAM años después, en 1973. Seguramente ahí lo formaron con el recuerdo de Tlatelolco, pero es algo que no vivió, o lo vivió muy de lejos en Tabasco, donde a sus 15 años de edad algo debió haber leído sobre tales acontecimientos, pero no mucho ya que si la prensa de la época era mala en Monterrey, la de Macuspana ?si es que había prensa en Macuspana? era bastante peor.

Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera tenían dos años de edad en 1968. Miguel Ángel Osorio Chong tenía la edad de mi nieto mayor, cuatro años. Luis Videgaray, nacido dos meses antes de la matanza de Tlatelolco, todavía dormía en su cuna. Y nueve años después llegó al mundo Aurelio Nuño.

Para todos ellos Tlatelolco ha sido más una efeméride histórica que un trauma con el que crecieron. Quizá leyeron a Elena Poniatowsaka (?La Noche de Tlatelolco?), Luis Gonález de Alba (?Los días y los años"), Luis Spota (?La Plaza?), José Revueltas (?México 68: Juventud y revolución?), Antonio Velasco Piña (?Regina: 2 de octubre no se olvida?), Carlos Monsiváis y Julio Scherer (?Parte de guerra?) o al mejor de todos los que han escrito sobre 1968, Fernando del Paso (?Palinuro de México?). Pero hasta ahí.

Los hoy gobernantes de México, tal vez, si leyeron sobre Tlatelolco, y creo que sí lo hicieron, inclusive para sus clases universitarias, debieron haberse topado en alguna ocasión con el nombre de Raúl Álvarez Garín, uno de los líderes más emblemáticos del movimiento estudiantil de 1968. En lo personal, de Álvarez Garín he tenido muy pocas referencias, todas en la prensa o algún libro.

Raúl Álvarez Garín falleció hace un par de días. Mucha gente importante, de todas las ideologías, ha manifestado en público, tanto en los medios tradicionales como en las redes sociales de internet, su tristeza por la muerte del líder de 1968.

No ha expresado sus condolencias, o todavía no, o al menos no en Twitter, el presidente Enrique Peña Nieto. Ni lo han hecho Luis Videgaray, Miguel Ángel Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones, Aurelio Nuño?

Espero que se trate de un simple descuido, no de indiferencia hacia un personaje con el que probablemente no estuvieron de acuerdo ?Álvarez Garín jamás aceptó las reformas estructurales?, pero que merece una respetuosa condolencia de parte del presidente de México y de sus colaboradores más cercanos.

Los que estamos de acuerdo con lo realizado por Peña Nieto, cuyo gobierno a mí me parece muy bueno, sobre todo por las reformas estructurales, hemos buscado respuestas a la pregunta de por qué en el extranjero se elogia tanto a EPN, mientras que en México se le trata con absurda incomprensión. Creo que esto se debe a que la pasión política e ideológica no contamina los análisis realizados fuera de nuestro país.

El mejor mensaje que en Twitter ha enviado el presidente Peña Nieto fue el relacionado con el infarto de López Obrador. Se vio bien EPN deseando en público la recuperación de AMLO. Fue un mínimo gesto de acercamiento del gobierno con la verdadera izquierda, la que vale, la que todos respetamos. Los acuerdos del gobierno con los chuchos del PRD, no me voy a cansar de repetirlo, impactan negativamente en la izquierda que sí importa, la que, en algunos medios y en las redes sociales, más golpea, muchas veces injustamente, la imagen de Peña Nieto y su gobierno.

La izquierda no va a dar ningún paso para acercarse a Peña Nieto. Es el presidente el obligado a acercarse a la izquierda. Una simple condolencia ayudaría mucho. Si la hubiera, la izquierda no dejaría de cuestionar ni de atacar, a veces hasta con mentiras?

Pero no se trata de que la izquierda cambie, que no tiene por qué cambiar. Se trata de que EPN gobierne para todos.

Si ha muerto una figura fundamental de la izquierda, el presidente debe expresar su respeto y la tristeza del Estado mexicano que él ahora dirige. Ha muerto uno de los constructores del actual Estado mexicano, es lo menos que puede decirse. No es exagerado el juicio ya que, sin duda, la matanza de Tlatelolco fue fundamental en nuestra historia.

No soy nadie para pedir al presidente Peña Nieto una condolencia... Más bien, soy un ciudadano que se expresa libremente en este sitio de internet y creo que tengo el derecho de pedirla. Ojalá, nunca es tarde, EPN lo haga. El domingo apenas empieza, hay tiempo. O mañana lunes, día de trabajo normal en el que la gente está más atenta a las noticias.