Los seres humanos somos imperfectos. Aprendemos con la vida, con lo que nos sucede todos los días y también con las experiencias de otros. Y en este ir y venir pasamos por muchas etapas, diferentes estados de ánimo y nos hacemos acompañar de distintas personas. Pero ¿qué pasa cuando  cometemos alguna falta, cuando nos equivocamos? Tal vez nos sintamos mal, seguramente pensemos en enmendar la situación, ofrecer una disculpa etc. Comencemos por entender que siempre hay alguna razón. Podría ser porque lo que antes nos hacía felices ya no nos llena, porque nuestra vida ha caído en la rutina, por estrés, por el trabajo, porque las cosas no nos están saliendo bien, en fin, por cualquier otro motivo. Pero lo importante es no lastimarnos, no juzgarnos tan duramente, ver la situación como una oportunidad de aprender a ser mejores personas.

Recordemos que somos seres vulnerables, que a veces nos dejamos llevar y no pensamos lo que hacemos o lo que decimos. Es por eso que es bueno detenerse un poco, procurarse un momento de silencio interior y conversar con nosotros mismos. 

Dedicarnos a descubrir nuestra alma y nuestro espíritu, buscar lo que en verdad le da sentido a nuestras vidas. Pensar que aunque no somos perfectos, sí podemos encontrar nuestro centro, un mundo interno al cual ir y donde encontremos paz. Solo estando en armonía con nosotros mismos es que podremos estarlo con los demás. Nuestro ser interior, es nuestro, es un lugar donde nada ni nadie puede tocar más que nosotros mismos. 

Cuidemos nuestro interior, bendigamos todo a nuestro alrededor, agradezcamos a la vida, a la naturaleza que nos alimenta y a las personas que comparten la existencia con nosotros. Si nosotros estamos bien con la vida, no va a haber una segunda oportunidad, sino muchas. 

Pensemos que todos merecemos una segunda oportunidad como unas alas nuevas, que hagan elevar el alma y emprender un nuevo vuelo hacia nosotros mismos. 

¡Buen fin de semana!