Morón y Salgado Macedonio llaman a la resistencia civil afuera del INE.

La política es pasión, pero esa pasión no puede degenerar en violencia, porque eso mata la política. Ante las resoluciones del INE de cancelar, entre otras, las candidaturas de Morena a las gubernaturas de Guerrero y Michoacán, los morenistas tienen el derecho y legitimidad de inconformarse; así como a desplegar una estrategia jurídica, política y social para defenderse. Raúl Morón y Félix Salgado llamaron a la movilización social y a la resistencia civil, lo cual derivó en varias acciones, como el plantón afuera de las instalaciones del INE y la caravana que llegó desde Michoacán el pasado domingo.

Los discursos pueden ser fuertes, las acciones enérgicas, pero deben ser pacíficas. Se puede solicitar las renuncias de los consejeros y plantear una transformación del INE. Pero las declaraciones de Félix Salgado Macedonio en las que habló de protestar en el domicilio de Lórenzo Córdova son inaceptables. Van en contra de la tradición de los movimientos de izquierda y abren la puerta a las provocaciones en contra de su propia lucha. Tan condenable sería una agresión a algún integrante del INE o a su patrimonio por parte de simpatizantes de Morena, como si algún grupo feminista, pintarrajeara la casa de Félix Salgado Macedonio en Guerrero o en la Ciudad de México, con la leyenda: 

“Aquí vive un violador”.

En 1994 y en los años siguientes, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) demostró como incluso en un grupo armado, la argumentación y las acciones pacíficas son más importantes y poderosas que la violencia. Los mejores momentos del PRD y del PAN fueron cuando desde la oposición recurrieron a la resistencia civil pacífica.

En tiempos recientes, hablando del movimiento feminista, medios de comunicación y redes sociales han puesto énfasis en la beligerancia y violencia de algunos colectivos, como el Bloque Negro. Por supuesto que la violencia debe condenarse venga de donde venga, pero no debe perderse de vista que la agresividad de estos grupos es particularmente virulenta contra monumentos y edificios públicos, porque su protesta pretende hacer evidente precisamente la violencia que viven de manera callada, muchas veces en el seno familiar, las mujeres. También son muy agresivos con la policía, porque ésta representa al Estado. No los agreden por ser hombres o mujeres, sino por lo que personifican: la autoridad del poder público patriarcal.

En el caso de Morena, sus dirigentes, candidatos, militantes y simpatizantes, deben entender que el único camino posible para sus protestas son las movilizaciones pacíficas, como el propio Presidente lo ha declarado. Deben recurrir a la creatividad y al entusiasmo, en lugar de al insulto. La movilización de Morena debe ser acompañada de razones y argumentos, no únicamente de consignas. Morena es un partido en el Poder que debe aprender a seguir siendo un movimiento social.

Morena es la fuerza política con mayor simpatía electoral, no puede comportarse como un grupo político dispuesto a encender la pradera en cada coyuntura. Debe contribuir para que los procesos electorales se desarrollen en paz y en normalidad democrática. Al final, esa actitud la favorecerá como organización y como partido.