Hace muchos años, siendo reportero del AM de Querétaro, platiqué con el psicólogo Octavio Acuña Rubio en su negocio,poco usual para el Querétaro de principios del siglo XXI: una condoneria. No era una juguetería para adultos. ‘De colores’ se llamaba el negocio y estaba en avenida Universidad, a unos pasos del centro.

Octavio, además de vender condones de todo tipo, colores, olores y sabores, literal, alertaba a sus clientes sobre la importancia de usarlo. Y se la pasaba de ‘gira’ en todos los foros a los que lo invitaban promoviéndolo. En cada plática llevaba condones para regalar al auditorio como si fueran paletas.

En sus ratos libres y no tan libres, era un activista, promotor y defensor de los derechos de la comunidad LGTB. Muchas veces podías encontrártelo en los juzgados cívicos pagando la fianza de parejas homosexuales que habían sido encarcelados por besarse en un jardín.

Ese día fui a platicar con Octavio porque llevaba la queja ante la CEDH de una pareja de homosexuales que habían sido golpeados por policías que los ‘sorprendieron’ tomados de la mano en el jardín Guerrero.

Octavio hablaba pausado, como si pensara dos o tres veces las palabras antes de decirlas. Se veía apesadumbrado, desquiciado, cansado. Una y otra y otra y otra vez, la comunidad era hostigada, atacada por las autoridades. Me contagió su pesimismo.

Antes de salir furioso (encabronado pues), le pregunté por qué seguía en esto del activismo, palabras más, palabras menos me dijo que algún día las cosas cambiarían para la comunidad LGTB y ese día él estaría ahí para celebrarlo.

Octavio ya no vería nada. Unos meses más tarde sería asesinado en su negocio. Su cuerpo recibió más de 15 puñaladas. La autoridad dijo que no se trataba de un crimen de odio y aprehendió a su asesino que confesó que solo quería darle un susto a Octavio.

Me dio mucha tristeza. Quienes manejaban (curiosamente lo siguen haciendo) la procuración de justicia en #Querétaro eran, espero que ya no lo sean, afectos a resolver los casos difíciles con chivos expiatorios. Con cajas chinas.

Cada que puedo, desde hace varios años, me sumo a la marcha del orgullo gay en Querétaro como una forma de calmar mi conciencia del reportero que fui. Ahora, como regidor, he buscado defender sus derechos en el Cabildo. He tomado su bandera para -entre otras cosas-

Puedan casarse. A veces me río con ellos, tengo extraordinarios amigos en esa comunidad, y les bromeo diciéndoles que los apoyo porque la ‘Cruz’ del matrimonio debe ser compartida entre hetero y homosexuales.

Bromas aparte, la verdad es que estoy convencido de que ninguna persona debe ser discriminado por sus preferencias sexuales, su color, su origen, su condición económica etc. Creo que nadie debe ser excluido de los derechos de todos. Y no me refiero nada más al derecho que se les ha negado de casarse civilmente en Querétaro (hoy pueden hacerlo si promueven un amparo por solicitud). Creo que tienen todo el derecho de ser felices, de no ser discriminados ni molestados por el solo hecho de ser homosexuales.

En las redes he perdido muchos amigos (en el término que dice facebook) y seguidores por expresarles abiertamente mi apoyo y solidaridad. Otros me han acusado de ser gay, lo que dichos sea de paso, me tiene sin cuidado.

A todos mis amigos de esa comunidad (y los que no lo son) les pido que recuerden las palabras de Octavio. Que sigan luchando para que algún día, cuando las cosas cambien, ustedes estén ahí para celebrarlo. Tengan paciencia. Ese día llegará muy pronto.

@luisgosejo