El gobernador poblano Miguel Barbosa ha hecho un par de pronunciamientos que, viniendo de quien vienen, ha dejado boquiabiertos a más de uno. 

Primero se declaró a favor de la veda electoral anunciada por el INE, que prohíbe que el presidente, gobernadores y empleados de gobierno hagan pronunciamientos electorales o se inmiscuyan en las campañas, entre el 4 de abrir y 6 de junio. 

En específico, quedan prohibidas las mañaneras, sus copias y reproducciones ad infinitum. El gobernador poblano tiene su propia mañanera, la que en ocasiones suele aprovechar para fustigar a sus adversarios, o a quienes sencillamente no se alinean con su dictado o no son de su gracia. Particularmente correligionarios suyos. A diferencia de otros, Barbosa no es dado a guardar las composturas que manda la tradición. Suele tomar las cosas como le llegan y exprimirles el zumo.

Por ejemplo, en la semana se dirigió a la presidente municipal de la capital, señora Claudia Rivera, quien anunció que pedirá licencia para irse a hacer campaña electoral para competir por el mismo puesto, y ocuparlo otros tres años. Interrogado al respecto, el gobernador explicó que espera que la funcionaria no haya aprovechado el cargo para dejar proyectos sembrados, para luego aprovecharlos electoralmente. No le falta razón. La ahora presidenta y precandidata municipal ha intensificado su presencia en las colonias pobres. Ya se sabe que los pobres son el bastión electoral más redituable por lo barato.

Hasta hace poco, su relación con los pobres fue distante, para no decir que de exclusión. Es sabido, por ejemplo, como los indios de las juntas auxiliares se ampararon en contra el Plan Municipal de Desarrollo, pues se violentó su derecho y fueron excluidos de la consulta para su integración. (El único proyecto municipal que alentaba el reconocimiento de los pueblos indios en base a sus particulares culturales y étnicas, en un marco de libertades plenas, lo impulsó quien esto escribe, entre e 2017 y 2018. Pero a su llegada al puesto lo descabezó para colocar en mi lugar a una ex candidata derrotada del partido Morena. Lo electoral por encima del bienestar de los indios).

Es pública la relación de pendencia que mantienen gobernador y presidenta. Las desavenencias ya superaron los mensajes de periódico y llegaron a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No se trata del bienestar del espacio público, ni de cómo recuperar la ciudad, tampoco de proyectos de buen gobierno, o de cómo ser más eficientes. Se trata de quién las puede más. Si derivaran de partidos contrarios, se entendería el jaloneo. Pero ambos son hechura de la misma marca: Morena. Pero Moreno, ya lo sabemos, es el PRD travestido. Allí, en sus filas, para afirmarse, hay que blandir el cuchillo. A finales de los noventa, uno con mucho audacia lo definió como partido de tribus. Una organización regida no por la razón; sino por el instinto primitivo del recelo mutuo.

El pleito viene de lejos, desde cuando ambos fueron candidatos. Incluso como aspirante, la señora no tuvo el voto de él. En las jerarquías de antaño, el candidato a gobernador solía tener mano, o por lo meno opinión, en la designación de los candidatos a puestos menores. Eso no ocurrió con la aspirante capitalina, se le escurrió. Se trata del segundo puesto más importante en la entidad. 

Todavía más: durante la impugnación electoral de Morena en contra del presunto fraude de los Moreno Valle, Ribera Vivanco se colocó del lado de los panistas, y antes de ser investida presidenta, hizo un viaje a Nueva York para entrevistarse con el gobernador Rafael Moreno Valle. 

El entonces alcalde panista y uno de los hombres más cercanos a la pareja finada, le inventó una reunión con representantes de un banco multilateral y se la llevó de la mano. Embaucador como era Moreno Valle, dicen que entre otras cosas, le hizo creer que su talento eran tan denodado, que de la presidencia saldría para gobernadora, y que por favor dejara el asunto en sus manos, y bueno, que desde entonces la sola idea la atormenta y perturba. Al punto que sigue asida a la revelación.

El estilo personal del gobernador Barbosa de concentrar todas las decisiones en su persona tiene efectos negativos para el propio partido Morena y para el desempeño eficiente del propio gobernante. En este momento no hay una sola persona en su gabinete con una pizca de luz como para salir a competir por un puesto de elección popular. 

El presidente del Congreso (Junta de Gobierno) esta impedido éticamente. No es de Puebla, no entusiasma, no inspira confianza, es Chabelón. Como diputado, prácticamente todas las leyes impulsada y aprobadas a instancias de Morena, están sujetas a acciones de inconstitucionalidad en la SCJN, amen de las que ya fueron revocadas. 

Además apenas protestar el cargo de diputado fue tocado por las denuncias de presunta corrupción, primero para acreditar su residencia, y en seguida por el síndrome de las casas blancas. He aquí unos de los resquicios que permiten a la presidenta Rivera brillar en lo alto y en una de esas, repetir en el puesto, y hasta relevar a Miguel Barbosa en el puesto de gobernador.

De no ser porque Puebla se encuentra al borde del colapso, este relato no pasaría de ser una estampa del colorido de Morena y los celos de poder entre gobernantes. 

Puebla cerró el año con un declive del Producto Interno Bruto de 13.8%. No solo no hubo crecimiento, se decreció en un porcentaje del que no hay precedente reciente. El deterioro laboral llevará por lo menos cuatro años en recuperarse, es decir, cuando este gobierno este de salida. Un sexenio perdido. Además, Puebla es el estado más vulnerable por la crisis. La caída de la entidad, en el sector industrial fue 53.1% y el de servicios de 17.9% (se trata de información de la propia Secretaría de Finanzas y Administración). 

Ya veremos más adelante la pobreza endémica, los nuevos pobres precipitados por la enfermedad y el desempleo en su peor nivel en décadas. Pues a septiembre del año pasado se habían perdido 49 mil 012 empleos, en comparación con el año anterior. 

A este panorama calamitoso, súmesele que el gobierno se ha negado sistemáticamente a emprender un programa de contención y reactivación de mediano y largo plazo. Para lo cual tendría que rehacer su Plan Estatal de Desarrollo en base a las nuevas condiciones. 

Pero todo indica que esas cosas no las entienden los gobiernos de la 4T o de plano las juzgan sin interés. 

Que cada quien se rasque con sus propias uñas.