Buenos candidatos para los partidos, pero peligrosos para la población

Referíamos por acá el lunes pasado que en la competencia por la Cámara de Diputados en Puebla, el partido Morena sale a competir en desventaja respecto de su contrincante: la alianza PRI-PAN-PRD.

No es un análisis desde la ciudadanía, y la necesidad imperiosas de una representación popular eficaz y eficiente, que redunde en una verdadera representación popular. Es un análisis desde las costumbres de los partidos políticos.

Los partidos son esas figuras institucionales que en confianza se encuentran por debajo de los policías de crucero, pero que monopolizan el acceso a los puestos de elección popular, que van desde el presidente de la República hasta el alcalde de pueblo, pasando por las cámaras y congresos.

Los candidatos que les digo no son líderes políticos con luz propia, con influencia entre la población votante, con propuestas de buen gobierno y ejercicio probado en la representación política. Nada de eso. Son extorsionadores de la política, que llegan a los puestos para satisfacer intereses de orden personal y de grupo. Caciques en el sentido más amplio de la palabra.

Son buenos candidatos para los partidos, pero peligrosos para la población votante que en mala hora cree en ellos y les otorga su confianza. Aunque hay que decirlo, los votos no los obtienen mediante el convencimiento, en la plaza pública, con propuestas y proyectos, sino fuera de la ley, en el clandestino mercado electoral.

Lo que veo, es que ninguno de ellos llega a la candidatura para perder. Aunque ya sabemos que en la política lo único seguro es que no hay nada seguro. Pero en el caso de Estefan Chidiac, Martínez Amador y Antorcha Campesina, como los polleros que trafican personas, siempre encuentran nuevas rutas para salir triunfantes.

La excepción, como ya se dijo, es la señora Ana Teresa Aranda. Una mujer con liderazgo e influencia en su partido, o ex partido, el PAN. Renunció durante la administración de Moreno Valle. Participa en uno de los distritos de la capital, en donde se concentra el mayor malestar contra los gobiernos de Morena.

Con ellos de contrincantes pierde el partido del presidente, pierde el gobernador Barbosa, pero sobre todo pierde Puebla. Porque no son los hombres que faltan en el Congreso para enfrentar las emergencias nacionales.

De llegar a San Lázaro, los cuatro serán determinantes en la definición de la persona que en el 2024 releve a Miguel Barbosa en el puesto de gobernador; un sexenio que en el decir de los corrillos muchos hacen sofocado.

Además, sus postulaciones son un reto a las políticas de cambio y buen gobierno que pregona la 4T.

"El clima de terror impuesto por Antorcha Campesina": Estela Martínez

Hay datos que llaman la atención sobre manera. Por ejemplo, que el PRD haya postulado a un prominente miembro de Antorcha Campesina, justo cuando la familia Córdoba Morán precisa de uno de los suyos en la máxima tribuna de la nación que defienda los cerca de mil millones de pesos que la Secretaría de Hacienda le congeló, en agosto, bajo la sospecha de lavado de dinero.

Pero no sólo se trata de congelar las cuentas por el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto a los propietarios de Antorcha, es la defensa de ese consorcio empresarial que funciona al amparo de las políticas de combate a la pobreza, en los tres ordenes de gobierno: empresas constructoras, gasolineras, gaseras, agencias de autos, despachos contables.

En un comunicado emitido por la dependencia que preside Santiago Nieto, se afirma: que “Del análisis realizado por la UIF, se logró identificar que la organización política en mención (Antorcha Campesina), durante el periodo comprendido entre los años 2009 a 2019, realizó depósitos en efectivo por más de 988 millones de pesos y retiros por 14 millones de pesos”. Y depósitos a personas morales identificadas como “empresas fachada”.

La historia es fatal, por decirlo con suavidad. Antorcha Campesina,  se constituyó en Tecomatlán, Puebla, en 1977, al amparo de un discurso rabiosamente izquierdoso, pero al poco se vendió al gobierno y de entonces hasta por ahí del 2000, fue el aparato represivo del.

El gobierno la encumbró con recursos económicos e infraestructura para la creación de sus clientelas, que no base social, y de ese modo dividir y detener el avance democrático en el campo.

En los ochenta tuvo en la Sierra Norte de Puebla su mayor influencia. Se afirma que para ampliar su área de penetración, hizo alianza con la UCI (Unión Campesina Independiente). Con la que rompió enseguida. Desde entonces las sospechas la envuelven.

En el libro Organización de productores y movimiento campesino, Estela Martínez Borrego habla de la muerte de muchos campesinos atribuidos a Antorcha. “Sólo en Huitzilan han sido asesinados 90 y más de 50 familias fueron obligadas a huir bajo amenaza de muerte” (Estela Martínez Borrego, p. 128).

La especialista en movimientos campesinos afirma que:

“Queda de manifiesto el apoyo estatal hacia los agresores que les permite contar con recursos económicos y actuar con absoluta impunidad, manteniendo en virtual estado de sitio a varios municipios de la Sierra Norte de Puebla”.

Estela Martínez Borrego

“El clima de terror impuesto por Antorcha en la región se hizo más agudo a partir de 1984. También aparecieron más denuncias de sus abusos. Se supo que utilizan bandas armadas para imponer sus determinaciones; que obligan a la gente a realizar ‘trabajo voluntario´; que las autoridades formales son sólo el parapeto del verdadero poder antorchista constituido por destacamentos; que ejecutan sus medidas apoyados por la impunidad que les confiere el apoyo estatal […] por ello se señaló a Antorcha como una organización paramilitar del gobierno” (sigue la autora graduada en París).

“Cacicazgo moderno”

Otro distrito en el que Morena parece estar atado de manos es en el  número 1 de Huauchinango; se presenta un fenómeno que se puede denominar “cacicazgo moderno”. Una forma de poder político que se coloca por encima de los partidos, pero que se vale de ellos para acceder y retener los puestos de representación popular. Lo encabeza Caros Mártinez Amador.

Se engendró en el PRI, en el último año de Melquiades Morales Flores. Martínez Amador entonces era un muchacho que jugaba futbol, con jóvenes de las clases populares de su edad. Primero se hizo de la presidencia municipal; una diputación, luego retornó a la presidencia municipal a través su hermano Omar, donde retornó a presidir el Congreso del Estado y la presidencia de PRD.

Pero en el PRD no pudo la primera vez: las tribus impidieron su ingreso a las oficinas partidistas; no obstante tener el mandato de Moreno Valle; fue dirigente desde los cafés.

Ahora, presidente del PRD por segunda vez, y sometidas las tribus a su mando y designio, regresa por la presidencia municipal de Huauchinango por tercera vez, a través de su hermano Isaac. Regresa también a Huauchinango por la diputación federal a través de su hija, Karla. Regresa a Huauchinango por la diputación local, a través de su hermano Omar, quien ya fue alcalde. Y regresa a Huachinango por la diputación plurinominal local, en su condición de presidente de partido. Ninguno como él tan bueno con el cucharón.

Conformar cacicazgos no es como dicen las abuelas, “enchílame otra”. Requiere de ciertas características, como liderazgo, carisma y dinero, mucho dinero para alimentar clientelas. 

¿Cuál es su magia de Martínez Amador?

En primer lugar, me parece, el hartazgo de la gente por el mal desempeño de los antiguos y no muy antiguos gobernantes. En este momento manda Morena, y Morena, dicen en la calle, es el principal promotor del retorno de los Martínez Amador.