Nadie le ha hecho tanto daño a México como el sindicato de maestros (SNTE) que encabeza la señora Elba Esther Gordillo. Lo hace desde que Carlos Salinas de Gortari se robó la presidencia de la República, en 1988. El mismo periodo de Porfirio Díaz en el poder. En el camino se topó con Misael Núñez Acosta. Un profesor honorable del valle de México. Su muerte la incrimina, incrimina al SNTE e incrimina al Estado mexicano. Es uno de los temas que hacen tic-tac en la conciencia nacional.

Hasta el 2012, la señora Gordillo fue el político más repudiado de cuántos repudiados pueblan la galería mexicana de los horrores. Superó incluso a Romero de Deschamps. Calculador, Enrique Peña Nieto la metió a la cárcel y ganó reconocimiento entre los de a pie. "Al fin un presidente que no se echa para atrás", rezaba la voz popular. Pero sobre todo Peña ganó la confianza del sector más crítico de las élites intelectuales y económicas. "La reforma educativa va". Se dijo. El único obstáculo de peligro estaba en la cárcel. No como un acto de revancha política sino como un acto de justicia. Ella, como Al Capone, no pagaba impuestos. Nadie en el firmamento de la política alzó la voz por ella. Ni Moreno Valle, su mayor pupilo.

La señora levantó el imperio más ominoso del México postrevolucionario. Lo hizo al amparo del cuadril más corrupto del Estado mexicano. El corporativismo. Fue como desbarrancó la candidatura del priista Roberto Madrazo (2006) y se apoderó de puestos estratégicos con Felipe Calderón de presidente. Entre ellos la Subsecretaría de Educación Básica (SEP). El puesto más sensible y delicado. Seis años después la señora provocó a Enrique Peña. Más osado que los panistas, la metió a la cárcel.

El presidente López Obrador de manera inopinadas canceló la reforma educativa. Tal vez la mejor reforma heredada del peñismo. Se dice que su lugar será reemplazado por la Nueva Escuela Mexicana. Nadie sabe qué sea eso. Porque como todos los grandes proyectos de este gobierno. Considera prescindible su explicación. El caso es que la Gordillo regresa por sus fueros. Al parecer con la anuencia plena de las más altas autoridades de este país (qué tanto le deberán). Porque no hay otra forma de entender las asambleas estatales para la creación de su nuevo partido político, aprovechando la infraestructura educativa nacional. La idea es que el nuevo partido participe en las próximas elecciones con candidatos propios. Hasta los periodistas sabemos que la educación no tiene nada que ver con los partidos políticos; y los partidos políticos con lo más noble en cualquier país del mundo: sus niños

Por más que uno quiera creer en la buena fe que dice alentar en sus acciones este gobierno, sencillamente no se puede.