Para que no queden dudas de que en Nuevo León, creo que después de la Coca Cola, los nuevoleoneses tomamos cerveza, es cuestión de echarle un ojo a las largas filas que se hicieron ayer, inmediatamente después del anuncio de la “propuesta” de Ley Seca que se le ocurrió (como tantas otras puntadas) anunciar a Jaime Rodríguez Calderón alias El Bronco.

Se hicieron filas kilométricas afuera de los depósitos y dentro de las tiendas departamentales…

Alguien declaró que aceptaba que estaba comprando más cerveza de la que se podría tomar en un mes.

¿Le tantearon el agua a los camotes antes de tomar esa medida anunciada con severidad para este próximo fin de semana?

A mí me parece que no.

Y no porque esté en desacuerdo en los esfuerzos de lucha en contra del Covid-19. Ningún esfuerzo está de más.

No estoy de acuerdo con la Ley Seca porque acarreará más problemas de los que va a solucionar.

El primero de ellos es que los que ya se frotan las manos son los dueños del mercado negro, que acá en Monterrey existe, soterrado a operar nada más los domingos y unas cuantas horas.

¿Quién cree usted que es el dueño de este negocio de venta clandestina de alcohol?

Adivinó: La delincuencia organizada.

Esa misma que trafica con todo lo que sea ilegal o inmoral en nuestra sociedad.

A Nuevo León llegan tráileres enteros llenos de cerveza de otros estados donde la venden más barata, por semana.

Ojo, cerveza de marca regiomontana, como la Tecate o la Carta Blanca, que en otras partes de la República se consigue hasta a la mitad del precio que Cervecería Cuauhtémoc nos la vende a los regios.

Esta cerveza “de importación”, se comercia mezclada con lotes de cerveza legal, y ni quien diga nada.

Las hay de todas las marcas, no crea usted…

Y ahora con la prohibición, los delincuentes estarán bailando en un veinte, como decimos en el rancho.

Es lo que Al Capone, el famoso gánster, soñaría toda su vida.

Y con ellos, ojalá no sea así, bailarán también los elefantes rosas, sí, esos mismos que vio Dumbo el elefantito cuando se puso cuete y que ven los alcohólicos en su delirium tremens.

Y ahora sí, que todo seguirá igual. El viejo bien pedo, comprando el six de Tecate a 300 pesos y la señora con un ojo morado haciéndole de comer.

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