Cuando todo son números en  nuestro país, casi en bancarrota, echo mano del libro Matemáticas para niños curiosos ¿habrá de otros?, del doctor en Estadística y editor Said Infante Gil. En sus páginas puede haber una respuesta para los que se quiebran la cabeza, porque también lo pueden leer adultos.

Los  números positivos, negativos, racionales e irracionales que manejan trabajadores y autoridades universitarios, trascienden al público desde hace varias semanas y en casos como el de la Universidad Autónoma  Metropolitana (UAM), mantienen preocupada a una opinión  pública que no entiende cuál es el  nudo que no se puede destrabar.

Su sindicato, el Situam, ya inició un plantón indefinido en el Zócalo en demanda de que sea el gobierno federal el que resuelva el caso.  Más dinero no va a haber porque el presupuesto de este año va a la baja y las universidades ya sintieron  su  mordisco.

Otras universidades que estallaron en huelga en febrero, como la Autónoma Chapingo (UACH),  arreglaron la situación de los académicos y hubo críticas muy acerbas contra la Universidad Autónoma Agraria de Coahuila Antonio Narro, por considerar que no estaba en condiciones de permanecer en huelga. Trabajadores como los del Sindicato independiente de la Universidad  Autónoma del Estado de México (Situaem) rechazaron el aumento que les dio la institución, que padece una severa crisis, y le pidieron  que  mejor, con  ese dinero, concrete pagos quincenales de aquí a septiembre.

Así andan las cosas y los números de las universidades públicas, que a fines del año pasado eran alrededor de diez las que estaban en crisis.

EN EL  MES DEL NIÑO Y DEL LIBRO, PREOCUPAN  LOS NÚMEROS  DE LA EDUCACIÓN

Es comprensible que los académicos y trabajadores administrativos presionen por mejores salarios.

Si bien hay sectores bien pagados, buena parte sobre todo de los académicos -cosa absurda-, tiene exiguos salarios.

En el caso de la UNAM, por ejemplo, los académicos por materia tienen salarios tan menguados que no se pueden creer.

A la par que crecían los presupuestos para trabajadores de confianza y los cuantiosos salarios que se embolsan funcionarios y altos directivos, algunas universidades descuidaron lo fundamental: el estímulo al que imparte la enseñanza.

Los números académicos positivos que se observan en muchas universidades -una de ellas la propia UAM ahora en huelga-, y en la misma UNAM considerada la mejor de Latinoamérica, no se corresponden con los pagos a profesores.

A veces el trabajo de éstos es por amor a la enseñanza y al orgullo de pertenecer a una institución  de prestigio.

Pero la respuesta de la nómina es en números negativos.

MATEMÁTICAS PARA NIÑOS, OPCIÓN FUTURA PARA UN PAÍS ENREDADO EN NÚMEROS

En la colección Cuete a la Luna que ya hemos mencionado en otras ocasiones, se publicó la primera edición Matemáticas para niños curiosos, ¿habrá de otros, cuyo autor Said Infante Gil, que advierte que seguirá la numeración de su tema, la lanzó en 2018. A los que ya olvidamos aquellos laberintos de los números  que nos robaron el sueño, los tres capítulos que tiene este bello libro nos vuelven a colocar  frente a Pitágoras, ante el todavía actual Euclides y desde luego ante Einstein. El académico, miembro del Colegio de Postgraduados de la UACH y puntal de la editorial del mismo colegio,  empieza desde el principio a introducir la vieja historia de los números, sus tipos, la llegada de algunos advenedizos, para concluir que el señor Cero, ese que nadie había invitado, revolucionó la historia de las matemáticas y permitió disminuir, ampliar y complicarse con los números, con solo colocarlo.

Escrito con un gran sentido del humor, con referencias permanentes de autores,

Infante Gil nos coloca de pronto ante cerebros impresionantes al mencionar los casos extraordinarios de personas con mentes diferentes que expresaron e hicieron maravillas, como el caso de Daniel Tammet UK (1979), quien recitó, sin error alguno “durante cinco horas, nueve minutos y veinticuatro segundos” los primeros 22 mil 514 dígitos del número PI. Tammet tiene un libro, La poesía de los números, cuyo subtítulo es, según lo apunta el editor, Como las matemáticas iluminan mi vida.

Datos que Infante Gil  les aporta a sus  niños lectores -y adultos-, en medio de las excelentes ilustraciones de Daniela de la  Torre alumna de la Esmeralda.

Y concluye con un reconocimiento al matemático, geómetra y también escritor Lewis Carroll, ( Alicia en el país de las maravillas) quien cierra este libro en el que todos deberíamos de ejercitar  nuestra memoria, con los siguientes deseos:

Daría toda la riqueza que los años han acumulado

el lento resultado de la vida que declina

por ser una vez más un niño pequeño

por un brillante día de verano