Cuenta la leyenda que durante la Edad Media, en esta nación celta peleaban dos dragones, uno blanco, el otro rojo. Eran tan épicas esas batallas que los habitantes que se encontraban cerca morían a causa de éstas.

Hubo un rey que mandó cavar un agujero gigante para que las dos criaturas cayeran en él mientras luchaban. Así sucedió. Pero las bestias seguían vivas. El famoso mago Merlín aconsejó liberarlas para que pudieran terminar el combate. Una vez liberadas, la contienda terminó con la victoria del dragón rojo. (Por eso la bandera de Gales tiene ese dragón).

Siglos después, en este mismo territorio, dos dragones del fútbol se enfrentaron cara a cara. Uno, con piel a rayas blancas y negras, el otro, momentáneamente con piel morada, porque mudaría a su original piel blanca terminando la batalla.

Y así dio inicio el encuentro tan esperado, el campeón de liga de Italia, contra el campeón de liga de España, la vecchia signora contra los merengues, la Juventus contra el Real Madrid. El equipo italiano salió por todas las canicas desde el inicio, dos disparos a la portería de Keylor que cimbrarían a la afición blanca, pero que el portero contuvo de manera oportuna. 

Con todo y la oleada "bianco nera", el Madrid abrió el marcador por conducto del Balón de Oro 2016 (y 2017), Cristiano mandó al fondo de las redes el disparo que ejecutó de primera intención (digno de un 9).

Pero la Juve no bajaría los brazos y siete minutos después empataría los cartones con un golazo digno de una final por parte del croata Mandzukic. En el área grande remató de chilena para batir a Navas. La noche se le venía encima al Madrid, la OSCURIDAD se apoderó de él y se vislumbraba un camino en tinieblas.

No conformes con ese gol, el equipo del país de la bota seguía dominando el partido, la media cancha era suya. Los blancos no encontraban el antídoto para para ejecutar a ese dragón. Afortunadamente para aquéllos llegó el silbatazo del medio tiempo. Era momento de ajustes para el equipo de Zidane. La verdad es que Allegri le había ganado la primera partida del juego de ajedrez al francés.

Iniciada la segunda mitad, los jugadores del equipo de Concha Espina salieron al campo con una actitud distinta, se notaba en el rostro de los jugadores. El Madrid se fue encima y sólo era cuestión de tiempo para que cayera el segundo gol.

También en la citada Edad Media, pero esta vez en la Europa oriental, surgió una leyenda en Capadocia (hoy Turquía) de un dragón que anidó en la fuente que proveía de agua a la aldea. Como consecuencia, los aldeanos decidieron ofrecer diariamente y al azar la vida de uno de ellos para distraer al dragón y así los demás pudieran extraer agua de la fuente.

Un día, resultó seleccionada la hija del rey. Cuando estaba a punto de ser devorada por el dragón, un caballero de nombre Jorge, embistió a la criatura matándola, salvando así a la princesa y a su pueblo.

De igual modo, en el estadio Millenium de Cardiff, el brasileño Casemiro, embistió por segunda vez la portería de Buffon y comenzó el camino para la salvación de su equipo.

No obstante que el equipo de atuendo semejante al "solideo" de los obispos católicos iba ganando, seguía buscando el tercer gol que les diera la ventaja definitiva y así poder manejar el partido con la estrategia planeada. 

Hacia el año 1000 a.C., el pueblo Celta, que emigró rumbo a Europa desde la India, mantuvo una mitología politeísta, y dentro de esa cultura, Cuchulainn era el "héroe de LUZ", al que le conferían un carácter divino. Es decir, representaba una especie de culto solar.

Tres mil años después, Cristiano Ronaldo se convirtió en ese héroe de LUZ para los merengues. Tres minutos después del segundo gol, Modric desbordó por la derecha hasta la línea final, centró al corazón del área y CR7 remató para perforar una vez más la portería juventina. Efectivamente, Cristiano llevó hacia la LUZ a su equipo y dejó claro que se convirtió en una deidad para sus seguidores.

El marcador subía a tres goles...el partido estaba sentenciado. Jaque mate de Zidane a Allegri. 

Pero habría más, el joven mallorquín que llegó este año, anotaría el último gol del partido, sería la cereza del pastel. En el minuto 90, Marco Asensio con esa zurda privilegiada, ejecutó un tiro al ángulo inferior izquierdo para ponerle los números definitivos al partido.

Silbatazo final y el Real Madrid hacía historia. Lo que no pudieron conseguir el Milán de Capello, el Ajax de los De Borg, la Juve de Del Piero, ni el todopoderoso Barcelona de Messi, lo hizo el único equipo que era capaz de hacerlo…el Madrid. Ganar dos Champions League seguidas. Algo que ningún equipo lo había podido hacer en este nuevo formato que lleva 25 años. Esto demuestra lo difícil que es ganar este torneo y demuestra también la grandeza del Madrid.

A lo largo de la Historia, el número doce ha sido compañero inseparable del ser humano. Lo podemos comprobar en diferentes formas: doce son los meses del año, doce fueron los apóstoles de Jesús (si es que existió), doce son los signos del zodiaco, doce son las estrellas de la bandera de la Unión Europea, doce eran los caballeros de la mesa redonda, doce fueron las tribus de Israel. Hoy, en pleno siglo XXI, en la capital española, en el Paseo de la Castellana, este número aparece en las vitrinas del equipo de fútbol más laureado de la historia, sí, doce son las copas de Europa que tiene el Real Madrid.

Tal vez ni nosotros como aficionados estemos conscientes de lo que nuestro Madrid ha logrado. Pasaran años enteros para presenciar algo igual. La realidad es que el Madrid llegó al estadio Millenium a jugar su partido preferido, ese partido que por el gen ganador de este equipo le sienta bien, la final de la Champions League. Y lejos de poner nerviosos a sus jugadores, los calma, los concentra, los guía y hacer engrandecer sus carreras deportivas. 

Por más que les cueste admitirlo a los antimadridistas, la Champions es el torneo del Real Madrid. Es el  amo y señor de ese torneo. Y ningún equipo por más embalado que llegue, quiere enfrentar al equipo de Concha Espina en esa final.

Ni hablar, el Madrid es para la Champions, lo que el Sol (la LUZ) es para la Luna, no pueden vivir el uno sin el otro.

Y así, este equipo sigue haciendo historia, y nosotros sus seguidores somos parte de la misma. Hacemos una simbiosis única e incomparable. Juntos hacemos historia, vivimos nuestra historia y somos parte de la Historia, la cual, todavía no termina de escribirse...

…historia por hacer.

Dedicado a LAOV. 

@cokemon