Entre los últimos nombramientos que la Jefa de Gobierno electa Claudia Sheinbaum dio a conocer, fue el de Tomás Pliego Calvo, a quien el viernes pasado lo designó en el cargo de Cordinador de Seguridad Pública en esta Ciudad de México. Una tarea que en los últimos tiempos se ha tornado muy difícil y delicada, cuyas finalidades de la Cordinación, habrán de ser todas aquellas acciones extratégicas encaminadas para prevenir y combatir con eficacia la alta incidencia delictiva, que ahora ha alcanzado niveles alarmantes en esta urbe. Evidentemente ello por habérsele salido de control al actual y agonizante régimen de gobierno capitalino.
Coordinar la seguridad pública es más que una verdadera papa caliente. En estas circunstancias es como sacarse la rifa del tigre, porque la criminalidad desalmada ha mostrado en esta época que no se anda por las ramas ni con miramiento alguno. Son criminales crueles y deshumanizados, que no le tienen respeto a nada ni a nadie. En nuestra Ciudad ahora sabemos que existen los cárteles de la droga que se han asentado en Tepito, Iztapalapa, Tlahuac, la Condesa, la Roma, CU, entre otros lugares, y que con ello estamos infestados de narcomenudeo y todo tipo tráfico de estupefacientes. Criminalidad de alto impacto que tiene sus repercusiones colaterales en los delitos del fuero común, como el robo, los asaltos, extorsiones, secuestros y asesinatos cometidos sin piedad alguna. Innegablemente que vivimos en un ambiente descompuesto y colmado de violencia, en medio de una franca catástrofe causada por la criminalidad, ello como si estuviéramos en una tierra sin ley, en que la autoridad encargada de la seguridad pública es ineficiente y rebasada o parte pudiera encontrarse coludida con el mundo del crimen.
Ante todo este complejo panorama, lleno de inseguridad y temor de salir a la calle, como nunca antes vivido, la sociedad capitalina exige del gobierno local que está por entrar, resultados tangibles e inmediatos. No admite justificaciones ni quiere pretextos, sino que desea percibir el cambio en materia de seguridad pública ofrecido en campaña política. Quiere que se refleje una mejoría en el entorno inmediato y también en lo general. Quiere notar irrefutablemente que el delito en sus distintas modalidades empiece a disminuir como la alta fiebre del enfermo que empieza a recuperarse.
Esta es la gran responsabilidad que le han encomendado a Tomás Pliego, como flamante Cordinador de Seguridad Pública, quien tiene toda la capacidad para salir exitoso en ese riesgoso encargo. Se aprecia que es un hombre de carácter firme, así como intolerante a la corrupción, y siempre se le ha notado que no consiente la deshonestidad. De su trayectoria podemos afirmar que no es muy abundante, pero en los cargos que ha tenido por lo regular ha dejado una huella indeleble, vaya señalar algunos: fue diputado local en la antes Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en donde como legislador habitualmente se distinguió por emitir su voto a conciencia, sin escuchar consignas de nadie o sugerencias provenientes del Jefe de Gobierno en turno; fue subdelegado de desarrollo social en la entoces Delegación Cuahtémoc, donde su desempeño fue muy destacado, tan es así que en el año de 2015, cuando se acercaba el cambio de delegado, entre la ciudadanía de esa demarcación se generó una gran expectativa porque Tomás Pliego fuera el candidato de Morena. Por razones políticas y estratégicas de este naciente partido, se prefirió lanzar como candidato a Ricardo Monreal, quien reconoció que el trabajo político existente en esa delegación era acreditable totalmente a Tomás Pliego, y que por ende, era el candidato natural, el mejor posicionado y el que tenía la presencia con la ciudadanía, por lo que Monreal le expresó que por cederle el paso le reconocía también su grandiosa generosidad. Situación que después a Tomás no le fue pagada con la misma moneda, es decir, con la misma generosidad, sino que como respuesta obtuvo el desdén y una absoluta ingratitud.
Además, fue un auténtico activista y fundador de Morena, convirtiéndose posteriormente en secretario de Organización del primer comité de este partido, cuando ya obtuvo su registro formal como Instituto Político. Aquí viene el comentario de una anécdota, pues resulta que en una ocasión que lo visité en sus sencillas oficinas ubicadas en la calle Santa Anita en Iztacalco, me preguntó qué opinión tenía de Gerardo Fernández Noroña respecto a diversos puyazos declarativos alusivos a Morena que estaba lanzando en diversos medios periodísticos. Le contesté que Noroña lo que en el fondo pretendía era que se le tomara en cuenta para ingresar por la puerta grande a Morena, a pesar de que no había movido ni una hoja de papel para contribuir a la formación de este partido. La respuesta tajante de Tomás vino de inmediato: “Si quiere entrar a Morena que primero se vaya a formar en la fila, atrás del último militante, porque aquí no permitiremos privilegios, todos somos iguales y tenemos los mismos derechos”. Con tal respuesta contundente, me quedó claro que Tomás Pliego, además de ser estricto y honesto, era un hombre justo.
Pero volviendo al punto central del tema, es de señalar que fue un verdadero acierto de la Jefa de Gobieno electa, doctora Claudia Sheinbaum, el nombrar en la coordidación de seguridad pública al licenciado Tomás Pliego, en razón de sus positivos antecedentes y su capacidad mostrada, como de sus cualidades personales y su convicción partidista. Circunstancia que una vez que entre en funciones, seguro que todos los días, a las seis de la mañana estará rindiendo a su Jefa el parte correspondiente del día anterior sobre la incidencia delictiva en la Ciudad de México, y aunque se llegase a pensar que a Tomás le tocó bailar con la más fea, también estamos ciertos que con su entrega y dedicación acostumbrada responderá a la demanda ciudadana, que no es otra mas que la de abatir el delito. Lo veremos.
Pálida tinta
Al margen de que el logotipo que se pretende utilizar como símbolo de la Ciudad de México, haya sido un plagio o no, lo cierto es que lamentablemente dicha imagen o figura no tiene ningún sentido social, y mucho menos refleja ninguna identidad con nuestro pasado ancestral ligado a esta zona del Valle de México que fue lacústrica. Más bien parece un logotipo de una empresa privada, porque tal símbolo se asemeja con proximidad a lo que pudiera ser la estructura de un átomo, con sus electrones girando en sus órbitas en torno a su nucleo, lo cual nada tiene que ver con un gobierno que creemos que estará dotado de sensibilidad social. Además, la interpretación de un logotipo no nada más deberá ser subjetivamente para los “técnicos y los expertos”, sino que cualquier persona, preparada o no, a primera vista deberá comprender lo que significa el símbolo y su mensaje que pretende trasmitir, lo cual no sucede en el caso de la mencionada figura.