Al inicio de esta semana celebramos el día del niño, seguido del día del trabajo.

Se me hace muy curioso que estas dos celebraciones estén seguidas una de la otra, pero lo más curioso de esto es la cantidad enorme de niños trabajando en nuestro país.

Muchas personas salen el 30 de abril con sus hijos, hacen fiestas, les dan regalos y descansan  al día siguiente en el día del trabajo, pero la realidad de nuestro México es muy diferente y un tanto más cruda de lo que queremos ver. Mientras un porcentaje de los niños de la Zona Metropolitana de Guadalajara disfruta de una infancia normal, por decirlo de alguna forma, con juguetes, entretenimiento, escuela y ninguna preocupación mayor, miles de niños se ven forzados a perder su infancia, deja su escuela y entrar a la vida laboral para poder tener algo que llevarse a la boca.

¿Porqué se da este fenómeno? Por la poca oferta de empleos que hay en el país, lo que obliga a que muchas familias recurran a sus hijos para poder incrementar sus ingresos.

Muchos piensan que esto es normal, que esta bien que los niños trabajen para apoyar a su familia, pero lo cierto es que esto no solo tiene repercusiones en la vida de los niños sino en la misma sociedad. El país sufre junto con el trabajador, en este caso los niños, ya que una fuerza laboral poco calificada y capacitada trae consigo una menor productividad, menores ganancias e inversiones, menores salarios y de esta manera el circulo vicioso de la pobreza logra perpetuarse.

Sinceramente espero que el nuevo gobierno, independientemente de quien esté en la silla, pueda implementar políticas públicas eficientes en materia laboral y de educación y protección infantil, para que el próximo año podamos celebrar el día del niño con más niños fuera de las calles, fuera de trabajos forzados y dentro de las escuelas y con más personas con empleo y mayor oferta de trabajo en el país.