El primer ministro griego Alexis Tsipras sostuvo el pasado Martes 7 de julio una reunión de emergencia con los gobernantes de los otros 18 países que conforman la zona euro. Fue el primer encuentro de los mandatarios tras el referendo en el que los votantes de Grecia rechazaron de manera contundente las duras condiciones para un nuevo plan de rescate impuestas por la troika, como se conoce a la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La emergencia griega se extiende al resto de Europa, y lo único seguro es que todos los actores están obligados a llevar a cabo nuevas y urgentes negociaciones, por lo anterior Grecia el jueves 9 de julio presentó una propuesta de reformas a sus acreedores, con base en la cual el domingo los líderes de los 28 países de la Unión Europea discutirán una resolución, que se espera sea definitiva, a la crisis del bloque comunitario.

Para muchos críticos el referéndum es el instrumento favorito de los políticos populistas: delegan su propia responsabilidad en la ciudadanía y pasan por encima del debate legislativo. Para otros es la esencia de la Democracia. Ahora Tsipras y su partido izquierdista Syriza deberán asumir la responsabilidad por haber embarcado a los griegos en una travesía sin puerto seguro. La ciudadanía griega, dejó a un lado los miedos y ha votado por mantener su soberanía y dignidad nacional. El referendo ha sido políticamente muy vistoso y productivo para Syriza, pero se trata de la parte menos complicada y peligrosa de toda ella. Contundentemente ganó el no, y la dignidad de los griegos está fuera de cualquier cuestionamiento. Pero, ¿qué sigue? ¿El colapso total de su economía?

Por años los gobiernos en turno griegos ocultaron su déficit público real, cuando el nuevo gobierno de Atenas llegó al poder en 2009, se encontró un déficit fiscal equivalente al 14% del PIB, frente al dato oficial del 3.7% que se informó a la Eurozona. Ahí fue cuando se descubrió al mundo la crisis griega, iniciándose una serie de medidas de austeridad dictadas por la troika, que ha venido agudizando su recesión económica.

Grecia debe 177 por ciento de su producto interno bruto. Toda su producción anual de sus poco más de 11 millones de habitantes no alcanza por consiguiente para pagar ni la mitad de esa deuda contraída de seguro bajo un esquema de corrupción, gastos en defensa y despilfarrada por los anteriores gobiernos, que hipoteca la vida de las futuras generaciones de griegos. Se tiene que reconocer que los Órganos Financieros que autorizaron los créditos hasta llegar a este apalancamiento, también tienen parte de culpa. Las consecuencias en los Mercados Financieros se reflejarán en caída de las bolsas, devaluación del Euro, fortalecimiento del Dólar y apreciación del Oro.

Para Grecia y en especial los grupos vulnerables las cosas se pondrán peor de lo que actualmente estaban, pero la promesa de un futuro mejor para las nuevas generaciones y la posibilidad tan bien difundida por el gobierno de que con el No se alcanzaría un acuerdo de reestructura en mejores condiciones con sus acreedores, los ha impulsado a tomar esta valiente pero peligrosa decisión, empieza ahora sí un largo camino a un destino incierto, pero el pueblo griego le ha dado una lección a los poderosos capitales, no se dejarán someter a los intereses extranjeros. ¿Y si Grecia acaba saliendo del euro? En este momento hay, efectivamente, posibilidades para que esto suceda con las tremendas consecuencias financieras internacionales que esto traería. Sin embargo, el gobierno de Tsipras sabe que tiene que negociar y que el reloj va en su contra, la salida del Euro supondría en la realidad empobrecer aún más a su pueblo, debido a su baja productividad y a que la nueva moneda que tendrían que emitir a marchas forzadas en realidad no tendría ningún valor en los mercados internacionales, por lo que el desabasto de productos básicos, como comida, medicinas, gasolina y refacciones de todo tipo sería casi inmediato. Dejando a un lado su discurso nacionalista urge una reforma fiscal, pues este país es el líder en evasión fiscal en Europa, así como eliminar ciertos beneficios sociales que en realidad habían sido financiados por el resto del continente.

De todos los problemas que aquejan a la economía helénica el más urgente en este momento es el de la liquidez de los bancos. Si en los próximos días los bancos no reciben liquidez, la distribución de billetes, que hoy prosigue en modo de cuenta gotas, no podrá continuar. La realidad es que el sistema bancario griego está en bancarrota desde hace meses. Enfrenta una montaña de algo que piadosamente se denomina cartera vencida (más de 30 por ciento de todos los préstamos de los bancos griegos caen bajo esta categoría), pero en realidad se trata de cartera incobrable.

Tsipras ha asegurado que "la crisis griega representa la impotencia colectiva de Europa a la hora de encontrar una solución a la crisis de la deuda" y que durante estos meses él y su equipo han buscado "un acuerdo viable desde el punto de vista social y económico sin los errores del pasado que han causado una espiral recesivas".

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Jack Lew, afirmó que el hundimiento de Grecia supone un ?error geopolítico?, más allá de un problema económico. Lew hizo esta reflexión en medio de la preocupación que está mostrando Washington con la situación de bloqueo de las negociaciones entre Grecia y la UE para un eventual nuevo acuerdo de rescate.

Desde el triunfo del No en el referéndum helénico, se iniciaron los mensajes: Yanis Varoufakis, el que llamó ?terroristas? a sus acreedores, renunció como ministro de finanzas con el fin de ?facilitar las negociaciones?, su lugar lo ocupó Euclides Tsakalotos, hasta su nuevo nombramiento coordinador del equipo negociador griego y calificado por los allegados a la troika como un economista ?discreto y de modales suaves?. El presidente francés François Hollande considera como máxima prioridad la permanencia de Grecia en el pacto de la moneda única, la canciller alemana Angela Merkel mantiene inalterada su postura inflexible sobre el carácter innegociable de la deuda.

También es cierto es que si la troika supone que se encontrarán salidas para la crisis griega con base en una postura intransigente, que conllevan la asfixia financiera y la muerte por hambre de los griegos, pues sólo es cuestión de tiempo para que una crisis económico-financiera se convierta en otra de carácter social y de proporciones descomunales.