Bien se dice que el sentido común es el menos común de los sentidos. Resulta que un usuario en Twitter increpó a la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller por no ir a hospitales y tomarse fotografías con los pacientes que se recuperan de Covid-19, diciendo que las “primeras damas” hacían eso, siendo que para empezar, ella renunció a ese cargo honorífico por ser sexista y por ir en contra de sus ideales de igualdad.

Recordemos que cuando su esposo, el presidente, llegó al poder, ella dejó claro que estaba en contra de recibir una distinción como ser la “primera” dama, ya que no hay mujeres de primera o de segunda sino que, para ella, todas las mujeres mexicanas somos iguales. Pero ese no es el asunto. El tema es que ante la crítica por la absurda petición de regresar a los peores momentos de simulación en los que las esposas de los presidentes alborotaban espacios e incomodaban familias sólo para tomarse una fotografía, Beatriz Gutiérrez Müller hizo un video en el que, de plano, muchos usuarios exhibieron su ignorancia e imprudencia ante la pandemia.

Para empezar, no sólo sería imprudente que la esposa del Presidente visitara un hospital, sino que sería simplemente, imposible. Los pacientes contagiados por Covid-19 ni siquiera han podido recibir visitas de sus familiares. Es más. En muchos hospitales, las enfermeras llevan cartas a los pacientes que luchan por sobrevivir y algunos más, tienen que despedirse mediante videollamadas. Las escenas son críticas. Esa absurda petición resulta hasta ofensiva para todas las familias que han perdido a sus abuelos, padres y seres queridos por el coronavirus.

Pareciera un sinsentido tener que explicar que aquellas visitas de simulación, que maquillaban la banalidad y superfluidad de las primeras damas y pretendía hacerles parecer preocupadas por la gente cuando en realidad, no hacían más que llenarse de lujos, fotos y viajes, hoy está fuera de lugar. México no necesita, ni de cerca, una pareja presidencial de falsedades, que solo por una selfie se atreviera a invadir el espacio en donde 24/7, el personal de salud lucha por la vida. Mucho menos necesitamos personal de Palacio Nacional, ni equipos de prensa y redes, siendo expuestos a contraer el virus tan sólo por dar algo de qué hablar.

En el más común de los sentidos, el simple hecho de exponer a Beatriz Gutiérrez Müller a visitar espacios donde convalecen los contagiados de Covid-19 sería amenazar también la salud del presidente. Ni las familias, ni los pacientes, ni las y los enfermeros, ni las y los doctores necesitan ese tipo de distracciones.

Definitivamente, mucho daño le hizo el último sexenio a esos que extrañan las portadas de revista y los periódicos llenos de fotografías con visitas simuladas, lujos exhibidos, poses, sonrisas falsas, ropa de marca y escándalos vergonzosos. Tanto daño les hizo que ahora, por tener a una mujer con doctorado, trayectoria, inteligencia y generosidad de la que no tiene que exhibirse en redes sociales, se quejan. Esos que piden circo son los mismos que no han comprendido los cambios paradigmáticos en una sociedad cansada de la exhibición y urgida de solidaridad, cooperación., crecimiento e igualdad.

Tan banales, incongruentes y superficiales como aquellos que hoy se manifestaron con un embotellamiento desde sus autos en la Ciudad de México. Incongruentes porque hace menos de un mes, se llenaron la boca despilfarrando críticas contra la Secretaria de Energía, Rocío Nahle y contra el presidente, Andrés Manuel López Obrador, por “no apostarle a las energías renovables” y optar por las refinerías mientras que hoy, de plano, salieron en apenas 600 autos a contaminar con la combustión de sus gasolinas pidiendo nada. Absolutamente nada.

Es claro que los países tienen el gobierno que merecen y resulta más claro, todavía, por qué es que ese tipo de ciudadanos dejaron de sentirse representados con el nuevo gobierno. Después de todo, los embotellados que hoy salieron a las calles nunca se indignaron con los juvenicidios, ni con la violencia machista, ni con los desaparecidos, ni con los necesitados. Es triste que su motor sea pagar menos impuestos, exigir rescates financieros a sus empresas y de plano, exhibir su limitada empatía. Ni modo.