Alguien tuvo la mejor idea del año: que los partidos donen el veinte por ciento de “su” dinero para la reconstrucción de las zonas afectadas por el sismo.

Pero se quedaron calladitos, calladitos. Solo Morena dijo que sí.

El PRI debería donar 200.8 millones pero Enrique Ochoa Reza no ha dicho ni pío.

Al PAN le tocaría dar 158 millones pero Ricardo Anaya hace como que la Virgen le habla.

Del PRD serían 95.4 millones pero Alejandra Barrales no ve nada, no oye nada.

Y de los 80 millones que destinarían los de Morena, no habrá ni un centavo.

El INE le dijo a López Obrador que no debe desviar dinero para algo ajeno al partido, que sería un delito porque la ley lo prohíbe.

¿Quiénes hicieron esas leyes? Es una perversión que se considere como desvío  la ayuda humanitaria en caso de emergencia por una catástrofe.

Ahora sí queremos ver a Enrique Ochoa en spots en los que haga un enfurecido cuestionamiento al INE y que rete al instituto: que envíe el 20 por ciento de sus prerrogativas y que ponga a su extraordinario equipo legal a sortear las consecuencias.

Ahora sí queremos ver a Ricardo Anaya paralizar la Cámara de Diputados hasta que logre cambiar esas reglas absurdas y que su bancada y partido autoricen de inmediato canalizar los recursos para la reconstrucción tras el sismo.

Ahora sí queremos ver a Alejandra Barrales haciendo grilla para abanderar un frente que desafíe al INE. Que la líder opere para que primero se envíen los dineros a las zonas de desastre y luego ven cómo lo justifican, que para todo hay maña.

Y ahora sí sería excelente que AMLO mande al diablo al INE y que firme ya el cheque para los damnificados.

No se les pide a los presidentes de los partidos que saquen su cartera: ni Ochoa regalará sus obras de arte, ni Anaya dejará de volar en primera clase, ni Barrales se quedará sin vacaciones en Miami.

Se les pide únicamente que el dinero que producimos nosotros los ciudadanos se destine para ayudar a otros ciudadanos en desgracia.

Esos recursos que están en manos de los partidos obedecen a reglas que van contra todo sentido común: contra el bien común.

Al menos háganlo por conveniencia política. ¿Y si en lugar del 20% lo suben al 50%?  Serían 3,394.5 millones de pesos para subsanar daños y reactivar la economía.

Eso sí se les agradecería en las urnas. Seguro.