Conviene advertir que el evento en curso del acuerdo de no aranceles estadounidenses a cambio de ajuste a la política migratoria mexicana refleja la urgencia de la reforma al sistema político nacional ante los desafíos de la gobernanza multinivel y un mundo en cambio acelerado.

Es así porque mientras dentro del país un Presidente con 30 millones de votos de legitimidad de origen lucha 6 meses para comenzar a reorientar la estrategia general de desarrollo de los mexicanos que así se lo ordenaron en las urnas, el Presidente de los Estados Unidos recuerda con un simple "tuit" que el poder en este mundo globalizado es más bien difuso y que soberanías, derechos, democracia y desarrollo penden de hilos muy delgados.

Me refiero al impresionante hecho de que con solo una orden ejecutiva de imponer aranceles a importaciones mexicanas hacia aquel país el Presidente Trump, quien enfrenta sus propios dilemas internos y externos, exhibió la erosión de arreglos previos y las limitaciones financiera y política del gobierno mexicano para cumplir sus promesas electorales en beneficio de amplias mayorías desaventajadas, migrantes centroamericanos incluidos.

Es así porque mientras en el país el reajuste de estrategia general de gobierno y políticas públicas se encuentra apenas en fase de cambio y superación de legados improductivos, las maquinarias de otros estados nacionales centrales (Estados Unidos, Rusia y China) y sus instancias internacionales aliadas avanzan muy rápido en sus propias agendas, en la autopista de la 4a revolución industrial y en la reconfiguración del orden mundial de la primera mitad del siglo XXI.

Mientras en México los partidos opositores como el PAN y el PRI apenas se están adaptando al nuevo escenario político, al mismo tiempo que arranca la discusión pública para avanzar hacia una nueva reforma electoral y del estado, un simple anuncio del Presidente Donald Trump hace recordar que la soberanía ya no reside solo en el pueblo de México y no la articulan y gestionan sólo los ciudadanos y partidos mexicanos, aunque los movilicen a la fronteriza Tijuana con todo y líderes religiosos para construir una imagen de fortaleza.

Es por ello, entre otros factores, que continúa siendo urgente y decisiva la redefinición del sistema de partidos, incluida la consolidación de MORENA cuyos resultados electorales en comicios locales recientes mostraron sus alcances pero también sus carencias.

Lo es la realineación del esquema de formación de acuerdos y toma de decisiones en la pluralidad social y política gubernamental.

Lo es, sobre todo, la previsión de agendas y coordinación de los gabinetes y políticas sectoriales y territoriales que permiten procesar y ofrecer mejor respuesta a las urgentes demandas  en economía, bienestar y seguridad.

No perder de vista que los factores de riesgo para  el enfoque de la seguridad humana que guía al Plan Nacional de Desarrollo, de próxima aprobación en México, bien pueden proceder en cualquier momento de cualquier ámbito o nivel.

La coyuntura internacional e interestatal no podía ser más fluida y compleja y en ese ambiente hay que gobernar: crisis prolongada en Honduras debido a las elecciones del año 2017; nuevo gobierno 2019 con tercer partido en El Salvador; comicios en Guatemala el próximo domingo; elecciones en Estados Unidos en 2020 y en México en 2021 (la mitad del poder congresional y en los estados en disputa), y los dos presidentes --Trump y López Obrador-- arriesgando sus cargos o sus proyectos de gobierno ante electores volátiles.

Porque hoy el poder es difuso, la gobernanza es multinivel y muy frágil la soberanía nacional-popular frente a variables diversas y la demanda social acumulada, por ello es urgente e importante que el sistema político mexicano --ciudadanos, partidos, elecciones y gobierno-- acuerden, faciliten y no entorpezcan la viabilidad de la 4a transformación del país.