Es importante pensar en la muerte, no sin antes hacer conciencia sobre la vida.

Reflexionar  sobre nuestro presente tal vez nos haga aceptar el final de nuestros días de una manera más tranquila y en paz. Si estuviéramos satisfechos con lo que vivimos día a día, acabaríamos por pensar, que no son la cantidad de años que vivamos lo que en realidad importa, sino más bien la manera en que vivamos los años que tengamos por vivir.

Cada día que pasa es una oportunidad para hacer lo que no hemos hecho y decir lo que no hemos dicho.

¿Por qué esperar a poner nuestra vida en paz cuando lo podemos hacer desde ahora?

Si estamos enojados con alguien, podemos hacer algo por arreglarlo, si tenemos resentimientos, pensar en hacer un recuento de los daños, sobre todo a nosotros mismos.

Pensar en  perdonar, no tanto por los demás, sino para lograr nuestra propia paz interna.

Si hacemos esto, seguramente no tendremos pendientes para después. Tal vez nuestra manera de vivir nuestro día a día, nos ayude a entregar buenas cuentas.

Pensemos que tenemos muchas cosas por hacer en esta vida, muchos planes y muchos deseos, pero lo primordial es estar en armonía con nosotros mismos y con los demás. Dormir con la conciencia tranquila. Algunas personas preguntan ¿por qué tengo que ser yo el que ceda, el que de el primer paso para hablar, para arreglar las cosas o para buscar a las personas?

Una de las respuestas sería, porque alguien lo tiene que hacer y si no lo hacen los demás, nos toca a nosotros.

Y la más importante, es porque nosotros todavía tenemos tiempo para hacerlo.

Realmente siempre  hay formas de reparar alguna situación que se haya quedando pendiente, aunque la persona ya no esté físicamente.

Puede ser escribiendo una carta a la persona donde se expresen ideas, se ofrezca alguna disculpa,  se desee aclarar alguna situación, etc. Esa carta obviamente se escribe y se rompe, pero funciona aunque no se pueda entregar, ni la pueda leer el destinatario por el motivo que sea.

Seguramente nos pondremos en paz con esa persona, porque el pensamiento llega a cualquier parte y es capaz  de transformar la vida cuando se tiene el verdadero deseo de llegar a esa persona. Pensemos que siempre hay tiempo para ponernos en paz con nosotros mismos, con nuestras personas queridas y con Dios, con la vida, o con lo que cada uno crea.

Finalmente y por consecuencia, el que haya sabido vivir, seguramente estará conforme con la vida a la hora de morir.

¡Buen fin de semana!