Compañeros:

 

De antemano permítanme expresarles mi más profundo respeto y admiración. La sublevación y el despertar de sus conciencias avivó la llama de la esperanza. Gracias a ustedes ha dejado de antojarse inexorable la muerte del porvenir de nuestro querido país. Resultaba sumamente trágico y paradójico que hubiese sido la juventud, también considerada como el futuro de México, la que hubiera entregado de vuelta esta hermosa nación a las garras del peor, del más siniestro de sus pasados: el Partido Revolucionario Institucional.

 

Soy mucho más que solamente un estudiante de la Universidad Iberoamericana. Soy universitario como todos ustedes. También soy joven; del mismo modo estoy lleno de sueños, ávido de un lugar mejor para vivir, más fraternal, más justo, más democrático, más pacífico. Anhelo, al igual que todos ustedes, compañeros, una mejor República, erguida y cimentada sobre valores más humanitarios, regenerados y despojados de anacronismos y aspectos retrógradas.

 

Asimismo, les manifiesto por este medio que he apoyado a su movimiento desde que lo vi gestarse. He presenciado, con el día a día, los matices que ha venido adoptando, y los sutiles giros que ha dado con el paso del tiempo. Ayer eran consignas coreadas por jóvenes gargantas indignadas contra las atrocidades cometidas por el PRI. Hoy encarnan una pacífica y legítima protesta contra el embrutecimiento masivo y la manipulación colectiva que ejercen los medios de comunicación. Yo también repudio al PRI. Yo también exijo, porque los derechos se conquistan o se exigen, nuestro Derecho a la información. Y que quede claro que exigiremos hasta conquistarlo.

 

Por otro lado, espero que en estos momentos sean conscientes de la ventana de oportunidad que se le ha abierto a la juventud: tenemos al alcance de nuestras manos la posibilidad de cambiar el destino de México. Sólo hace falta tomar la decisión de atrevernos a cristalizar el factor determinante para darle ese giro inesperado y sorpresivo que pueda salvar el rumbo del país. Y por eso mismo considero que deben adoptar de manera clara, efusiva y contundente, la bandera antiEPN y antiPRI. Esa postura constituiría la materialización de la esperanza de millones que no queremos que retorne la ‘Dictadura Perfecta’, el ‘Presidencialismo Imperial’.

 

Sería sumamente doloroso para quienes todavía soñamos que un mejor lugar para vivir aún es posible, si ustedes no se deciden en enfrentar lo que para muchos constituye un porvenir inapelable: el triunfo de Peña Nieto el primero de julio. Para otros incluso sería decepcionante si no se atrevieran a decidirse por adueñarse del destino del país. Yo creo que tienen las facultades y la fuerza para hacerlo. Y confío que así lo harán.

 

Hoy no podré acompañarlos en carne y hueso. Pero anido en este manojo de palabras, en este conjunto de letras, en esta carta que con tanto sentimiento escribí. Y siempre a su lado impulsando este romántico movimiento. Mantengámonos en esta espiral en ascenso. Porque, insisto, hoy los estudiantes representamos la ilusión de un México más próspero, y la lucha por una patria renovada.

 

Atrevámonos a decidir. Apropiémonos de nuestro destino.

 

La verdad nos hará libres.

 

Humberto Enoc Cavazos Arózqueta