Hace unos días fui a un debate convocado por el joven periodista Ricardo López donde se discutió, en una galería de arte alternativa, si Morena era el nuevo PRI. Ahí, los participantes manifestaron su opinión mediante una votación, antes de oír los argumentos de los ponentes, luego se dio la discusión y después volvieron a votar y se pusieron papeletas con “sí” o “no” para manifestar si había cambiado de opinión.

No voy a comentar los argumentos a favor y en contra, me pareció que fue una buena discusión y los invito a que estén atentos a una nueva convocatoria. Los asistentes votaron de manera abrumadora que sí, que Morena es el nuevo PRI.

Yo voté en contra, hay muchos argumentos, desde mi punto de vista del por qué no es así, pero la opinión que tuvo la mayoría me sorprendió.

Salí de la discusión con un mal sabor de boca, sobre todo porque los votantes de ese pequeño experimento eran en su mayoría jóvenes, casi ninguno había vivido en algún sexenio priista y por supuesto no vivieron ninguna de las crisis de esos tiempos.

¿Cómo pueden saber que este nuevo partido, que desde mi punto de vista, no es siquiera un partido, es el nuevo PRI? No lo saben.

Lo más interesante es que creen que sí, por lo tanto el priismo es una marca que tiene mucho futuro, es una marca ganadora. Me explico: si los jóvenes que vivieron este sexenio que tuvo, en sólo seis años, muchos de los errores del pasado priista, siguen pensando -no en tirarlo al basurero de la historia- sino convertirlo en el ganador, esto es cuando menos inédito.

¿Por qué seguir pensando que este movimiento “nuevo” puede ser igual a un partido viejo?

El PRI es un partido que presenta una de las marcas más arraigadas en nuestra sociedad, estas siglas significan, en muchos sentidos, ganador, triunfador, líder. Y también “gandalla”, “cabrón”, “jefazo”, “patrón”…Presidente.

Entonces Andrés Manuel es visto como un hombre fuerte que, como él mismo lo ha dicho, no está “de florero”, manda. Eso le gusta al mexicano, que una persona poderosa, de preferencia un hombre, le indique qué hacer.

Hay un culto al cabrón, al fuerte, al que se impone por los medios que sean y eso es una de las cosas que nos enseñaron los priistas: dominar, ganar. De ahí, creo, es la comparación con Morena y ahí está la fuerza de este nuevo partido y también, quizá, su próxima derrota.

Es verdad que a los mexicanos nos gustan los cabrones, pero también hemos aprendido a golpes, a no perdonar las equivocaciones que nos prenden los focos rojos de nuestra vida, a ser cabrones y castigar.

Somos muy trabajadores y creemos de corazón, de ahí que aún creamos en la Selección Nacional o en el Cruz Azul, porque sabemos que de alguna manera, algún día, van a ganar.

Entonces también creemos en el PRI, creemos que van a volver al poder, que están ahí latentes incluso, que Morena es el nuevo PRI, porque todos tenemos escondido en el ADN un pequeño priista, cabrón y gandalla.

No queremos una nueva alternancia, no queremos un nuevo régimen, queremos un nuevo PRI y ¿Qué creen? Ya lo tenemos.