A cierta parte de la población benitojuarense y más allá de las fronteras municipales ha impactado la noticia del presunto violador serial: el conductor de un taxi con número económico 6724 del sindicato “Andrés Quintana Roo”, detenido en la Región 99, cuando trasladaba a una persona en la cajuela. Sobre Miguel Ángel “N” pesan al menos nueve denuncias de supuestas víctimas.

“A cierta parte”, cabe recalcar, porque debido a un contexto como el actual, cuando la inseguridad y la violencia se han “normalizado”, no todos asimilan sus graves consecuencias; como tampoco el tamaño de los desafíos, más allá de la seguridad como temática principal, pues recomponer el tejido social debiera ser la gran misión de nuestras generaciones. Con todo y sus traumas, provocados por ese mismo ambiente hostil.

Son al menos nueve familias con un drama inimaginable por culpa de uno, pero por error de muchos, directa o indirectamente involucrados en el proceso. Desde las autoridades, que por responsabilidad legal-administrativa debieran responder, pasando por miembros clave de un sindicato señalado hasta el cansancio de innumerables irregularidades.

Es que los “monstruos del volante” -como se les ha llamado en redes- pueden ser choferes que sí aprobaron los exámenes de ingreso, aunque también “piratas”, conductores que no pertenecen al gremio pero clonaron unidades, o delincuentes de ocasión aprovechando un vehículo cualquiera. Nadie sabe quién es quién.

En las inspecciones, eso sí, está el detalle: los delegados se arreglan con los socios para ocultar múltiples anomalías, como la falta de tarjetón, uniformes, placas, licencias, entre otras. Es un cuento conocido.

¿Qué hacer, entonces? La sociedad no puede ignorar, y menos permitir tantos abusos, errores, omisiones o burlas. Porque no solamente ocurre en el transporte público, sino en otros ámbitos donde el usuario y el ciudadano en general resultan ser los más perjudicados.

En otras ciudades o países, casos como el de este chofer, sería motivo, al menos, para protestas y despidos. Y no se trata de alborotar, sino de exigir derechos, de aplicar el sentido común y de obtener justicia.

¿Cuántas más siguen en peligro en taxis, combis y camiones? Un reordenamiento en el transporte urbano se desarrolla por estas fechas en Cancún; una oportunidad imperdible para revisar estos asuntos y evitar, en lo medida de lo posible, que se repitan más desgracias.

Aprieten las tuercas, con la mano más firme.