En nuestro país parece que está bien matar a una mujer. Desde hace años las cifras de feminicidios son muy altas. Sólo en 2013 asesinaron a dos mil 500 mujeres, y según cifras de quien cuente, porque no hay nada oficial, hay hasta cinco feminicidios al día.
Son cifras escalofriantes, pero en realidad eso no importa, lo importante es que están matando mujeres en México, simplemente porque se puede, fuera una o tres mil, eso demuestra qué tipo de sociedad somos.
Todo empezó a visualizarse en la lejana Ciudad Juárez. Alguien se dio cuenta que matar una mujer ahí no era mayor problema, había mujeres que buscaban un futuro en la ciudad fronteriza y que emigraban de todo el país, muchas vivían solas o con otras mujeres que también iban a trabajar. No tenían a nadie que las protegiera y las denuncias las hacían otras mujeres, quizá por eso eran investigadas con poca seriedad.
¿Necesitaban las mujeres de Juárez un hombre que las defendiera? Parece que sí, porque por años no se hizo mayor cosa. Después fueron tantas las denuncias que la policía se vio rebasada. Se culpó a un egipcio de todas las muertes y se trató de dar carpetazo a los casos, pero son tantos que es imposible que estos hechos los haya cometido un solo individuo, por más loco que estuviera.
Se habló incluso de turismo para matar mujeres en Juárez; se podía secuestrar a una mujer torturarla, violarla y matarla y no pasaba nada. Así de macabro era el caso.
Pero pronto varias asociaciones y activistas dieron la voz de alarma, otras mujeres en varios estados morían también, sin investigación, en casos que se equipararían al feminicidio en hechos en los que estaban involucrados personas cercanas, familiares, pero sobre todo novios y esposos. La alarma suena, pero pocos le hacen caso.
Chiapas, Chihuahua, CDMX, Guerrero, Jalisco, Estado de México, Nuevo León, Oaxaca, Puebla y Sinaloa encabezan las entidades de más delitos contra las mujeres, según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.
Las cifras demuestran que tendría que haber una persecución implacable contra los culpables de matar a una mujer, al menos para poner un ejemplo o quizá para disuadir, pero no. Los hechos son casi tolerados, los culpables medio perdonados, no se persigue, como casi ningún delito en el país, a quien mata a una mujer, es increíble pero es casi una cuestión anecdótica.
Este año se ha sabido de varios casos terribles, niñas en transporte público en el Estado de México, dos jóvenes en la UNAM, una chica desaparecida cuando iba a hacer ejercicio en un Gym, una doctora y la semana pasada Mara. Todo apunta, porque las investigaciones no son claras, a que fue asesinada por un chofer de un servicio de taxi de una empresa que presumía de ser muy segura: Cabify.
¿Y qué pasa?, poco. Por ejemplo, el chofer que mató a una niña en el Edomex, se suicidó y las investigaciones terminaron ahí, no se investigó si había cómplices o si él había agredido a más mujeres, no se llegó a las últimas consecuencias.
De las mujeres que mataron en la UNAM, tampoco se ha cerrado el caso, pero es seguro que ya no se investiga ¿y Mara? Cabify se lavó las manos y el gobierno de Puebla se ha enredado en la investigación; seguramente no sabremos nunca exactamente qué pasó.
Tenemos que hacernos frente como sociedad, revisarnos, mirarnos porque tampoco ahora podemos dejar de relacionarnos con las mujeres o creer que todos los hombres, somos unos agresores. Llegar a un punto medio y hacer justicia en este tema va a ser difícil.
Lo primero que habría que hacer es estar claro que las mujeres no son menos, ni son más, somos iguales y hay que tener respeto, tanto de uno como de otro lado.
Hay que hacer un acto de conciencia a ver cómo estamos educando a nuestros hijos y qué les estamos permitiendo e inculcando, eso incluye desde luego hasta la cultura, si aceptamos que vamos a permitir expresiones como el reggaeton y seguimos diciendo “pareces niña” a un niño que muestra algo de debilidad, pues estamos permitiendo la violencia en nuestra propia casa.
Sí, sí hay que exigir a las autoridades que nos den cuentas claras; de ninguna manera podemos permitir que las autoridades, las mismas mujeres que son o trabajan en el ministerio público, digan que por salir tarde o por usar minifaldas las víctimas tienen un poco de culpa.
Y por supuesto exigir, mientras nos revisamos culturalmente, que la policía haga su trabajo de manera profesional, que los jueces trabajen en impartir justicia y que se llegue a las últimas consecuencias.
La solución está en cambiar nuestra forma de pensar, porque aunque hagamos miles de marchas y haya movimientos como #MicasaesTuCasaHermana. Si somos intolerantes y machistas en ambos lados, seguirán matando más mujeres.