Nunca he creído aquello de “todo tiempo pasado fue mejor”.

Me parece una absurda renuncia a las maravillas que tendríamos que esperar de un futuro que inevitablemente llegará, y que desde ya, aun en medio de terribles contradicciones y amenazas, presenta impresionantes cambios de realidad que, cabe suponer, pueden implicar que esos cambios sean, incluso, y pese a lo que parezca, para bien.

El hecho es que el futuro va encontrando un mundo convulsionado, en que muchos países, México incluido, están luchando para mejorar las calidades de vida de sus habitantes, creando oportunidades para poner a su alcance mejores satisfactores de todo tipo, y, al mismo tiempo, oportunidades de desarrollo económico que les permitan verdadero acceso a ellos.

El reto principal está en reducir los índices de pobreza, evitando que en el proceso los principales satisfactores eleven sus precios para seguir quedando fuera del alcance de una parte importante de población.

Se trata de que juntos, gobierno y sociedad, modelen un proyecto de Nación debidamente soportado por proyectos integrales de desarrollo y las correspondientes vinculaciones que permitan su aplicación en el ámbito local.

Porque de nada servirán programas de desarrollo económico, territorial, urbano o vivienda, si no existe una plena sintonía entre ellos y sin condiciones que permitan su implementación en cada región, estado, ciudad y municipio del país.

Vale la pena recordar que el ciudadano común no vive en primera instancia de los indicadores de la macroeconomía...

Y sí, seguramente se verán afectados con lo que pasa con el tipo de cambio, las tasas de interés de referencia, la productividad o la inflación, pero nada de esto importa tanto para los mexicanos que por su bajo nivel de ingresos no encuentran solución para sus satisfactores más elementales.

Lo primero que hay que entender es que más de la mitad de la población vive una condición de pobreza y que lo que verdaderamente necesita, más que la compasión del asistencialismo, son condiciones que les permitan fortalecer sus niveles de ingresos, seguridad social, ahorro, capacidad de compra e inclusión financiera.

Y aun dando por sentado que en el discurso esto sea la prioridad, de poco servirá si en paralelo no se generan condiciones que permitan generar la oferta de bienes y servicios que todos estos mexicanos necesitan para su pleno desarrollo.

Se necesita que los mexicanos ganen más... Que tengan empleo formal que les ofrezca prestaciones y seguridad social...

Se necesita que existan productos financieros que verdaderamente respondan a sus necesidades y capacidades.

El tema no es tan simple como para solucionarlo poniéndole más ceros a un billete... Se trata de fortalecer un modelo económico bajo la base de un modelo sostenible, que sirva para mejorar las oportunidades de todos.

Por supuesto, se trata de que todos tengan alimentación, salud y educación... Pero esto va de la mano con la necesidad de que tengan también una vivienda adecuada, debidamente ligada a todo tipo de infraestructuras y servicios de ciudad.

Se necesita que existan viviendas bien hechas y bien ubicadas y con características que respondan a las necesidades de todos los segmentos de población; ricos pobres, solteros, casados, con hijos, sin hijos, adultos mayores y el más total etcétera que se puedan imaginar.

Se trata de que cada casa sea complementada con infraestructuras y servicios también adecuados...

Porque un sistema urbano nace en la vivienda, pero va mucho más allá de los límites de sus paredes.

Atender las necesidades de vivienda de los mexicanos futuros, implica fortalecer las capacidades financieras de cada uno de ellos, pero implica también crear condiciones que permitan mejorar la calidad de las viviendas y ciudades en que habrán de vivir.

Debemos tener muy claro que la meta no se puede limitar a un número de viviendas.

Porque antes que nada hay que tomar las ciudades y los parques habitacionales existentes, como punto de partida para plantear todo tipo de necesidades relacionadas con esas mismas viviendas y muchas más que se tendrán que construir, pero que implican también todo tipo de infraestructuras urbanas que garanticen lo mismo servicios públicos como agua o electricidad, que infraestructuras fundamentales como espacio y transporte públicos.

Se necesita también, que al entender las viviendas y ciudades del futuro se haga desde una perspectiva que privilegie la protección del medio ambiente.

Urge hacer viviendas y mejorar ciudades... Pero considerando la incorporación de conceptos de diseño, materiales y tecnologías, que protejan el entorno.

Se trata de crear ciudades y viviendas que podamos con justicia llamar inteligentes no por el mero uso de cualquier cantidad de sistemas o aplicaciones, sino porque con base en planeación, inversiones inteligentes y tecnología, demos forma a entornos que garanticen mejores oportunidades a los mexicanos del futuro.

El reto es que juntos modelemos condiciones que permitan que todo tiempo futuro sea mejor.