¿Y si la literatura no fuera sino una televisión que uno mira para activar sus neuronas espejo y para proporcionarse a bajo costo los escalofríos de la acción? ¿Y si, peor aún, la literatura fuera una televisión que nos muestra todo aquello en lo que fracasamos? (Paloma, La elegancia del erizo, de Muriel Barbery)

Una parte muy importante de nuestro desarrollo cognitivo, del aprendizaje y la memoria, se lo debemos al lenguaje, en particular a la posibilidad de comunicarnos mediante el lenguaje escrito. El lenguaje hablado apareció hace aproximadamente cien mil años, pero no fue sino desde hace cinco mil años que apareció la escritura. Desde entonces la humanidad ha desarrollado conocimiento y cultura a una velocidad no vista previamente. Junto con el desarrollo de la escritura aparece intrínsecamente, la habilidad de leer, lo que a juicio de muchos expertos detonó nuestra estimación cerebral.

Hoy día sabemos que la lectura estimula de manera importante diferentes áreas cerebrales, lo que acarrea grandes beneficios. Así podemos afirmar que un niño o futuro adulto que no aprende a leer, se encontrará privado de adquirir los beneficios que ese "simple" acto representa.

Pero, ¿cómo aprende a leer un niño? El primer requisito es que ya cuente con la habilidad de hablar. Puede ser obvio, pero no lo es, el niño debe contar con un lenguaje nutrido, entender palabras habladas y comprender un número importante de conceptos. También debe tener desarrolladas sus habilidades de razonamiento verbal, lo que le permitirá interpretar las palabras impresas. Aquí es importante destacar que niños con un retraso en el desarrollo del lenguaje, tendrán consecuencias negativas en el aprendizaje de la lectura. Dependiendo del grado de habilidades verbales que un niño tenga, se podrá predecir su nivel de desarrollo de lectura.

Los niños empiezan por hacer distinciones entre las palabras, no por su significado, sino por su sonido, a esto los expertos le denominan reestructuración léxica. Así, cuando el niño empieza a conocer una letra, lo hace favorecido por el recuerdo de su sonido. De esta forma recordará el sonido de la palabra (morfema) y empezará a relacionarlo con su respectivo símbolo impreso. En esta etapa del desarrollo, un niño puede hacer determinadas relaciones en uno o varios idiomas, si se encuentra inmerso en un medio donde se hablen diferentes lenguas. 

Leer es la base para desarrollar el aprendizaje y la memoria, así mediante el juego con personas de diferentes edades, se tiene la oportunidad de contar con una ventana al mundo, un pretexto para la imaginación, una ocasión para aprender nuevas cosas y favorecer la comunicación. Todo debe darse en un ambiente positivo de espacio y tiempo. El juego debe de favorecer la protección y respeto del niño en su entorno.

Uno de los puntos determinantes es, cuando tras leer una historia los niños pueden formularse la pregunta de: ¿qué pasaría si...? Ese momento, casi mágico, representa toda su capacidad de imaginación y planeación a futuro, es decir, muestra toda su capacidad de anticipación, lo que en términos cognitivos y de desarrollo, es un paso de gran importancia. Tras leer muchas historias el niño aprende la "gramática de las historias" lo que le permitirá conocer las principales causas y efectos de distintos hechos de la vida.

Indudablemente leer desarrolla niños más críticos e imaginativos, por lo que sus beneficios son inigualables.