Los recursos norteamericanos fluyen a raudales.

El dinero que la asociación membrete de Claudio X. González ha recibido de EU, tiene una carga histórica muy peligrosa.

La nota diplomática enviada por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador a las autoridades de los Estados Unidos y el acuse de recibo del mismo denota lo delicado del tema del injerencismo de las agencias de inteligencia en los gobiernos progresistas alrededor del mundo.

Durante el periodo posterior a la caída del la URSS y durante el ascenso de China como la principal potencia económica del mundo, algunas “Organizaciones No Gubernamentales” (ONGs) han sido instrumentalizadas mediante organismos como el National Endowment for Democracy (NED, por sus siglas en inglés) y USAID para desestabilizar gobiernos progresistas y anticoloniales alrededor del mundo.

Los casos en donde algunas ONGs financiadas por Estados Unidos y sus servicios de inteligencia abundan, pero algunos casos recientes han sido los ocurridos en China, Ucrania, Nicaragua y Venezuela.

Retomando el manual golpista del ya fallecido ideólogo golpista norteamericano Gene Sharp, estas ONGs y sus recursos se infiltran en movimientos con reclamos sociales válidos, como lo son las luchas indígenas, las protestas a favor de las derechas de las mujeres, etcétera.

Luego de infiltrarse en estos movimientos, los recursos norteamericanos fluyen a raudales, con el fin de “calentar la plaza”, las protestas y la desestabilización aumentan, llegando incluso al punto de los golpes de estado o la caída de un gobierno.

Todos los gobiernos que son atacados mediante estos esquemas tienen una cosa en común: tratan de ejercer su soberanía por encima de los intereses económicos depredadores de EU y otros países extractivistas.

La falla en este plan en México, sin embargo, es obvia a todas luces: Andrés Manuel López Obrador es un presidente con legitimidad, gran popularidad y está alerta de las intentonas desestabilizadoras y golpistas encabezadas por Claudio X. González y otros personajes.

Curiosamente, jamás veremos una “revolución de color” ni condenas enérgicas contra países que están masacrando a su población, como los de Israel y Colombia.

Pese a esto, hay que estar muy atentos ante cualquier intento desestabilizador en nuestro país.