Duras, las críticas de Ginés Sánchez contra el periodista Joaquín López Dóriga por el caso del alcalde de Chalco, Francisco Tenorio, lamentablemente en estado grave luego de sufrir un atentado en la vía pública. Duras e injustas.

Hasta una persona de larga trayectoria en el periodismo como Joaquín puede cometer un error y difundir información no confirmada. Sobre todo cuando el periodista referido “cayó”, por así decirlo, en una versión no confirmada del periódico Milenio, donde se aseguró que el alcalde había muerto.

¿Por qué injustas? Porque si bien el "teacher" cometió una equivocación difundiendo una versión no confirmada, la de Milenio, sobre la muerte del alcalde, el señalar que todas sus acciones posteriores ser debieron a un acto de mala fe, realmente es hilar del forma muy delgada.

Se le puede amar u odiar, pero Joaquín López Dóriga es un referente del periodismo mexicano.

Su larga trayectoria lo ha llevado a coberturas de eventos históricos como la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, el sismo del 16 de septiembre de 1985 y la caída del muro de Berlín en noviembre de 1991 por mencionar solo tres.

También, sus entrevistas con personajes como Fidel Castro, Yasser Arafat y Salvador Allende lo colocan en una categoría notable en la historia del periodismo mexicano.

Sin embargo, hasta un informador de este calibre comete errores. En este mismo portal, por ejemplo, cometimos equivocaciones en casos como el de Salvador Cabañas y Gustavo Cerati, por mencionar un par. En su momento, nos equivocamos y nos disculpamos. Es parte del proceso de aprendizaje del oficio periodístico, el cual realmente nunca termina.

Sin duda, es razonable criticar y cuestionar al periodismo y a lo a periodistas en México y en el mundo. Pero en nuestro país, la única persona que tienen desde hace décadas la autoridad moral para criticar a la prensa y señalar sus errores, como el caso de uno reciente, la imagen falsamente identificada cómo uno de los hijos del "Chapo" vestido con ropa militar, es el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El resto de nosotros, por necesidad, debemos aceptar que es de humanos errar. Hasta para una persona de la calibre y la trayectoria de don Joaquín.