El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha convertido en el mayor defensor del presidente estadounidense, Donald Trump, al grado de justificar los agravios, imposiciones y bufonerías que ha tenido hacia nuestro país; ni siquiera los republicanos lo defienden tanto como el camarada presidente.

Del “Oye Trump” al “Ordene Trump” 

En marzo de 2019 Trump dijo que cerraría buena parte o casi toda la frontera de Estados Unidos con México si el gobierno mexicano no detenía “inmediatamente” a todos los migrantes indocumentados.

Acto seguido, se militarizó la frontera sur del país y la Guardia Nacional se destacó en los estados del sur para cerrar el paso a migrantes centroamericanos.

Otro ejemplo son las declaraciones del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien salió a la defensa de empresas energéticas estadounidenses que se sienten amenazadas por las medidas regulatorias del gobierno de México. AMLO respondió de inmediato como lo ha venido haciendo, en defensa de los intereses del gobierno de Trump y sus aliados empresariales como Sempra Energy.

Recordó que la relación bilateral es “muy buena” y atribuyó los dichos de Pompeo a que la empresa estadounidense Sempra Energy está solicitando “un permiso para que se exporte gas desde Baja California a Asia” y bueno, aprovechar deshacerse del gas comprado para México a través de EInova, filial de Sempra Energy, y venderlo también a Asia. Lo que, por cierto, deja sin gas a la CFE para que libremente proceda a la compra de carbón y combustóleo.

Manteniendo su línea desquiciante, hace unos días Donald Trump aseguró que México pagará por el muro fronterizo mediante un “peaje” a los vehículos que cruzan la frontera común o un “impuesto” a las remesas que envían los mexicanos a sus familiares desde la Unión Americana.

A pesar de que Trump se mete con las remesas, uno de los estandartes de la política económica de AMLO, la respuesta de este sigue en el mismo sentido. Dijo en su conferencia mañanera del 7 de septiembre que “es muy buena la relación con el gobierno de Estados Unidos y en particular con el presidente Trump” y luego justificó: “Nada más hay que tomar en consideración que en cualquier parte del mundo, en México, en Brasil, en Francia, en el Reino Unido, en Estados Unidos, en Japón, en cualquier parte del mundo, cuando hay elecciones siempre hay una mayor manifestación de opiniones, se encienden las pasiones, brota el entusiasmo, así es en todo el mundo…”.

Para rematar: “Es que no quiero hablar del tema, o sea, guardo silencio, no quiero ser rehén de lo que yo diga y quiero ser dueño de mi silencio por el bien del país”.

Realmente la posición que mantiene ahora es muy distinta a la que tenía cuando era presidente de Morena y candidato a la presidencia, donde parecía que era un perfecto aliado de Trump para aprovechar los errores de Peña Nieto quien no supo controlar al candidato y luego presidente Trump.

En la campaña del 2016 Trump explotó el tema xenofóbico contra los mexicanos y AMLO sirvió para engrandecer y fortalecer ese discurso frente a la supremacía blanca de Estados Unidos.

Ya con Trump como presidente, el candidato AMLO describía la estrategia de Trump y pues, la de él mismo: “A Donald Trump y al grupo que lo asesora les ha dado resultado azuzar a integrantes de ciertos estratos de la sociedad estadounidense en contra de los inmigrantes y, en particular, los de nacionalidad mexicana. El discurso de odio y la cizaña en contra de los extranjeros, les permitió ganar la presidencia y suponen que van a mantenerse y reelegirse en el gobierno alimentando el odio de unos sectores contra otros. No debe menospreciarse la capacidad de los actuales gobernantes de Estados Unidos: no son tontos; el discurso pendenciero de Donald Trump obedece a una calculada y fría estrategia política”.

Curiosamente, aun en este paralelismo que existe entre Trump y AMLO, donde ambos han sido comparados por usar estrategias tipo de Hitler, sobre todo en la parte de la comunicación (utilizando el manual de Goebbels), el mandatario mexicano llegó a calificar de “canallada” el hecho de que “Donald Trump y sus asesores, se expresen de los mexicanos como Hitler y los nazis se referían a los judíos, justo antes de emprender la infame persecución y el abominable exterminio de los hermanos judíos”.

Sin embargo, al final parece que Trump se convierte en el verdugo de los presidentes mexicanos, destruyó a Enrique Peña Nieto con ayuda de AMLO al venir a visitarlo a Los Pinos y ahora, si no gana las elecciones de noviembre, la visita de AMLO a Washington tendrá el mismo efecto que la de Peña.