Enrique Peña Nieto, publicó en su página oficial su manifiesto “por una Presidencia democrática”. 

Supongo que muchos se preguntan,  ¿podemos creer en el  manifiesto “por una Presidencia democrática”  de Peña Nieto?  Mi respuesta personal,    con un pasado (y  presente) represor,  la respuesta es un contundente y  sonoro ¡No! 

Es una ocurrencia del equipo que rodea al candidato (dudo que sea de él) debido a que algo reventó la burbuja que lo protegía. 

El panfleto es por su contenido una respuesta a los manifestantes contrarios a su candidatura.    Los llama a la concordia,  que la libertad de manifestación  y  expresión estarían garantizados en su posible  gobierno.   Es más,  que  los Derechos Humanos serían premisa fundamental. 

Hipocresía a gran escala cuando bien sabemos que Atenco sucedió con  brutalidad y barbarie debido a que Peña Nieto así lo quiso.   Porque según palabras propias, así lo decidió. 

Además ¿cómo creer  semejante oportunismos cuando recientemente en Veracruz manifestantes contrarios a su candidatura fueron cobardemente reprimidos? ¿qué se supone debemos creer? ¿el contenido del manifiesto o los hechos que se estampan en la memoria de los ciudadanos? 

No creo que Peña Nieto haya amanecido tan de pronto  prócer de la democracia  o tolerante modelo.     Es sin lugar a dudas,  un político curtido en y por el PRI, un “joven” con los más altos vicios de la vieja escuela política que educaron a Montiel y compañía. 

Él está  en su derecho de apostar por la desmemoria de algunos mexicanos,  sin embargo, estoy cierto que otros, que guardan celosamente recuerdos del Peña Nieto intolerante por formación, se lo sabrán cobrar el primero de julio en las urnas electorales.