Algo raro pasa a menos de 7 semanas de las elecciones presidenciales del 1 de julio. Incidentes en Saltillo, Coahuila y en Córdoba, Veracruz, que consisten en agresiones contra personas que se identifican como Indignados y que protestan en contra de Peña Nieto durante sus mítines.

Aunado a eso, se desató otra ola de ejecuciones y descuartizados en diversas plazas del país, hechos de violencia que habían bajado de intensidad, curiosamente, desde el inicio de las precampañas.

Es extraño esto entonces, por dos cosas: primero, el Movimiento de Regeneración Nacional encabezado por AMLO es de corte pacifista. Nunca he visto que exista por parte del candidato a la presidencia del  PRD, PT y Movimiento Ciudadano una llamada a confrontar, provocar o encarar a los fanatizados y energúmenos seguidores de Peña Nieto en ninguno de sus actos.

AMLO y el movimiento que encabeza se han jactado, con toda razón, de jamás haber pintado una barda o roto un vidrio aún durante las semanas del polémico plantón en el Paseo de la Reforma.

Me aventuro a decir que quizás grupos afines a la derecha buscan polarizar la elección azuzando a personas que buscan expresar su repudio contra Peña.  Si llegara a pasar alguna tragedia ¿qué es lo primero que harían? Buscar cargarle la culpa a López Obrador y a su gente.

Prudentemente Andrés Manuel se deslindó el día de hoy de respaldar cualquier campaña de odio en contra de Peña y el resto de sus adversarios y en mi opinión, así deben seguir las cosas.

Hay que andarse con cuidado de aquí a que finalice la elección.

Postdata: la creación de trending topics como #AMLOSiembraODIOCuando me parecen parte del paquete para tratar de culpar al tabasqueño en caso de que ocurra un acto violento durante un acto de campaña de alguno de sus adversarios. De nueva cuenta, creo que hay que andar con mucha precaucioón.