Quizá esta sea una de las peores semanas para el actual presidente municipal de Morelia, Raúl Morón, entre otros momentos de turbulencia, inclusive de su propio gabinete que presentó varios temas que han sido punto de análisis y conversación. Esa expresión es la que nos movió a realizar una pequeña sinopsis que dejó fuertes señalamientos. De eso pasó a formar parte la opinión en estos días, porque no sólo sumó la lingüística a rajatabla de Juan Bernardo Corona, que lo llamó traidor y oportunista, sino hubo una mezcla de aspectos que hicieron mucho más complejo el desgaste de su administración, tal es así que no culminó al cierre de la columna durante ese lapso.

En esa premisa, y para explicar el tema desmenuzado, el primer aspecto fue el que denunció un periodista local, que señaló que se operó a través del cabildo la designación de un contralor (carnal) a fin de que no informe posibles o supuestas anomalías a priori. Eso, evidentemente, creó un clima clientelar que antepone la identidad propia del proyecto de nación de la cuarta transformación, del que Raúl Morón se benefició en la competencia de 2018 cuando arrasó la aplanadora en la imagen de López Obrador. A partir de eso, el presidente municipal enfrentó de hecho algunas acusaciones de su círculo más cercano, sobre todo en el conflicto de la asignación de contratos de comunicación; eso no acabó ahí, asimismo, se mostró que dejó en el camino una serie de evaluaciones que lo han situado en los últimos lugares con menor aprobación, que cosechó a casi más de la mitad de su administración.

Si nos detenemos un poco en ese tema podamos encontrar un punto de inflexión en el que concluiríamos por qué hubo detonantes que han mostrado políticamente un porcentaje tan bajo, como el de Raúl Morón. Ahí las encuestas de opinión califican con tan sólo una aceptación del 38.2%, ubicándolo en la posición 46 de 57 alcaldes, según Campaigns And Elections. Es obvio que los tropiezos lo estanquen; de hecho, resultó que hoy en día esté más preocupado por colocar su imagen como un posible suspirante el Solio de Ocampo. Sin embargo, esas inconsistencias no serán suficientes para alcanzar su meta. No salió de una mala racha cuando se divulgó esta metodología, que nuevamente pone en entredicho su desarrollo al frente de Morelia.

Considero que una vez más se quedó sin lograr movimiento en los porcentajes que miden su trabajo. Ese mal rendimiento recibe hoy por hoy otro duro golpe en la etapa como edil. Tan es así, que entre los propios morenistas ha bajado muchos puntos. Ese dato se registró prácticamente desde que inició el registro de posibles suspirantes; incluso el propio Raúl Morón, a sabiendas de que no alcanzará el momento clave de abanderar, hizo énfasis que también no descartó buscar nuevamente el ayuntamiento de Morelia; es decir, optó por un plan B. En todo caso es muy difícil luchar contracorriente, ya que tiene muy claro que su rostro se estancó; y más cuando es notorio que los descalabros han mermado la imagen que se revaloró gracias al empuje del presidente López Obrador.

Algo similar ocurrió con muchos políticos que no han puesto los pies en la tierra. Al mismo tiempo fue claro que el egocentrismo elevó el envanecimiento al instante de pensar que por su propio pie llegaron a donde están; es cierto, algunas figuras ocuparon un empujón, otros arrastraban un trabajo de años que fue reconocido por la ciudadanía por su fase histórica. Pero algunos, han pagado el precio de la desaprobación porque se autoengañan imaginando que sus credenciales fueron la señal preponderante. Todo eso envió una marca directa al presidente municipal de Morelia, que durante esta fase da señales de ir despidiéndose de la candidatura de Morena en 2021.

Eso lo ratificó la baja aprobación que sufrió; lo mismo, antes de que se llegue el proceso interno de Morena, jalará las críticas del funcionamiento de su administración y de su principal equipo de colaboradores. Y, en un clima coyuntural, hasta el la reelección viene perdiendo, ya que hay perfiles que están haciendo un buen desempeño dentro de la ciudadanía.