Era inimaginable que después de la Segunda Guerra Mundial los conflictos de las grandes potencias con los países árabes comenzaran a incrementarse, desde la expropiación del canal de Suez, la guerra entre Irán e Irak, y luego la guerra contra Irak, la guerra del Golfo Pérsico, la invasión de Afganistán, la revolución en Libia, la guerra civil en Egipto, los conflictos en Yemen, la muy lamentable guerra actual en Siria, la muy controversial explosión casi atómica que ocurrió recientemente en Líbano, también la explosión de una planta petrolera en Arabia Saudita, los conflictos nucleares con Irán, y no se diga de todas las guerras que ha enfrentado Israel con los países árabes desde 1948.

Además de que aparecieron grupos guerrilleros y terroristas árabes consecutivamente de muy dudoso origen, liderazgo y financiamiento, que lo único que han hecho es incrementar el odio contra el Pueblo árabe, incluyendo a Hamas, a Hezbolá, y recientemente, a Isis, o Estado islámico.

Pero, al parecer, lo que se les ha olvidado a dichas grandes potencias, o que trataron de borrar de la Historia, es que cuando nació Jesús, el padre de la gran mayoría de las religiones que ellos mismos profesan, incluyendo catolicismo y cristianísimo, fueron árabes los que lo escondieron, lo protegieron, y le enseñaron grandes secretos milenarios.

Si, históricamente, cuando María, la madre de Jesús, estaba en trabajo de parto, los judíos de esa época no querían darle posada, ni a su esposo José; y en Belén, los que los recibieron en el pesebre para que naciera Jesús eran árabes, descendientes de su patriarca Ismael, y al darse cuenta de lo grande que iba a ser ese bebé, le llamaron a los reyes de Europa, Asía y Africa para que vinieran a conocerlo, ya que predijeron desde ese momento que cambiaría a la Humanidad, a la vez que lo escondieron del emperador Augusto y de sus soldados romanos que tenían la consigna ideada por el rey Herodes de eliminar a todos los bebés varones que nacieran en la Tierra de Israel, y así, los árabes, lograrían que Jesús en su juventud fuera al Tíbet, a Persia, a Grecia y a Egipto, donde conoció secretos que le ayudaron a ejercer su liderazgo, incluyendo el del santo grial (leer artículo al respecto en SDP Noticias: Diciembre 1, 2020).

Todos los líderes del Mundo y los ciudadanos de los países que profesan las enseñanzas de Jesús, incluyendo a Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania y Rusia, y por supuesto, al Vaticano, deberían honrar a los árabes y a sus descendientes, incluyendo a los musulmanes, por haber salvado a Jesús de Nazaret, su fundador histórico y guía espiritual, desde el momento de su nacimiento, y terminar de una vez con esos conflictos bélicos que sólo han llenado de lágrimas los ríos de todo el Planeta Tierra.

Nota cultural: La película “Mosul” de los hermanos Russo transmitida por Netflix demuestra de una manera muy real el sufrimiento del Pueblo árabe en Irak.