En el idioma inglés, existe el término “insanity”, el cual es muy popular para referirse a los actos de locura, por ejemplo, cuando un niño está jugando con cerillos cerca de un producto inflamable, seguramente se le dirá: “are you insane?”, lo que traducido literalmente sería “¿acaso estás loco?”. Hago toda esta reflexión porque el uso de la palabra locura, se utiliza coloquialmente para decir que alguien está desequilibrado, sin embargo, la expresión va mucho más allá de esto y científicamente significa: hacer las cosas de la misma manera siempre y esperar un resultado diferente”.

De hecho, el periodista Javier Salas, ha definido un término en español que se llama “terraplanista” y se refiere a aquella persona, a la cual se le pueden presentar todas las pruebas y evidencias de que está en un error, pero aferrados a sus creencias, están convencidos de que sucederá aquello que desean que ocurra en el presente o en el futuro. De igual manera, Salas refuerza su idea indicando que es contraproducente intentar cambiar su pensamiento, ya que más se reafirmarán a él.

Esto lo traigo a colación, porque México se ha llenado de personas necias e impermeables, que le dan la espalda a las evidencias; como ejemplo está lo que aconteció el pasado sábado durante la inauguración del estadio de béisbol, “Alfredo Harp Helú”, nueva casa de los Diablos Rojos de México. Ahí, el Sr. López se llevó su primera rechifla del sexenio. Esto le ha sucedido a prácticamente todos los presidentes en algún momento durante sus respectivos sexenios o aun después de haber dejado el cargo. Lo interesante de este hecho, es que encendió la “guerra” en las redes sociales, y los pro López, han estado negando la rechifla ya que se escudan en el 80% de aprobación del presidente, negándose a ver la realidad de que hay una importante parte de la población, de hecho la mayoría de los mexicanos, que no votaron por López y que no están de acuerdo con las medidas que, en tan solo 90 días, han provocado la mayor polarización entre los mexicanos, dividiéndonos en dos grandes grupos, los simpatizantes y los detractores, o mejor dicho, entre los fifi y los chairos.

Estos últimos se comportan como esos insanos a los que hacía referencia al principio de esta nota; aquellos que se niegan a ver la realidad de una oposición al presidente, donde este, no necesariamente se está comportando como el mandatario de todos los mexicanos y buscando la unidad nacional.

Al final, lo único que podríamos decir de los defensores de lo indefendible, es que están completamente locos.