México venció a Brasil 2-1 y ganó la medalla de oro en fútbol olímpico. En este momento, los mexicanos estamos de fiesta, celebrando el esfuerzo demostrado en la cancha por nuestros compatriotas. 

Pues sí. No es lo mismo ganar con trampas, que ganar así, limpiamente. La legitimidad que un triunfo incuestionable otorga al saber jugar un partido, es una sabia lección que conlleva muchas más. 

Ganar “haiga sido como haiga sido”, haciendo trampa, metiendo zancadilla y agrediendo al contrario no significa triunfar. Antes bien, deja un amargo sabor a derrota y una desagradable sensación de que ha ganado el niño tramposo, contra toda posibilidad de justicia o de resarcimiento del agravio. 

En México, una de las lecciones del triunfo de México ante Brasil,  es que el festejo es directamente proporcional a la limpieza del juego deportivo, electoral, político, el que usted decida, estimado lector. La historia ha demostrado que a veces, al perder se gana y al ganar se pierde, en razón de cuán limpio haya sido el juego. 

El marcador 2-1 a favor de México, va más allá de un simple número, demostrando que no solamente es ganar, sino ganar bien, a toda ley. 

¿Usted qué opina, estimado lector?