El derecho a la propiedad privada es uno de los principios básicos del liberalismo y pilar para el desarrollo económico de cualquier sociedad.

No es posible alcanzar prosperidad, sin el derecho a poseer y retener el fruto de nuestro trabajo.

Diversas instituciones como el Banco Mundial, la Heritage Foundation y el Fraser Institute han aportado datos que revelan que son más prósperos los países que protegen la propiedad privada y que viven en un Estado de Derecho. Además, organismos como Amnistía Internacional y Reporteros sin Fronteras muestran una correlación positiva entre el grado de respeto a la propiedad privada y el respeto a las libertades y a los derechos humanos. 

No obstante la evidencia estadística, Morena se empeña en atacar la propiedad privada una y otra vez en la Ciudad de México. 

El primer intento fue con lo que se llamó el “derecho a invadir”, plasmado en el artículo 60 de la Ley Constitucional de Derechos Humanos y sus Garantías de Ciudad de México, en el que se establecía que los desalojos forzosos sólo se podrían llevar a cabo en “casos excepcionales”, beneficiando así a los invasores y dejando atado de manos, por ejemplo, al dueño de una casa al que no le pagan renta o al dueño de un terreno invadido por “paracaidistas”.

Gracias a la presión social y al rechazo de la bancada del PAN, el Grupo Parlamentario de Morena tuvo que recular y el 1 de junio los diputados locales votamos unánimemente por eliminar este precepto.

El segundo y más reciente intento en contra de la propiedad privada está por discutirse en los próximos días en el Congreso de la Ciudad de México. Ahora, los diputados de Morena pretenden aplicar la extinción de dominio a quienes violen sellos de clausura. Esto quiere decir que si la autoridad coloca un sello de suspensión de obra en una propiedad y ese sello es violado, el inmueble pasará a ser propiedad del gobierno y la pena para el propietario sería de seis a ocho años de cárcel.

Bastaría con que un maldoso pase por ahí para romper el sello y adiós propiedad y adiós libertad. Una verdadera locura digna de los regímenes más corruptos y totalitarios.

En mi caso, votaré en contra de esto, por supuesto, y estoy segura que a través de la presión social Morena tendrá que desistirse de nueva cuenta de otra de sus terribles ideas.

Pero, más allá de estos casos específicos, lo realmente preocupante son los indicios de que el Estado ya no está dispuesto a garantizar el derecho a la propiedad privada.

Parece que bajo este nuevo régimen nos alejamos cada día más de los principios liberales que han permitido el esplendor de la humanidad.

Por ello, hoy más que nunca, desde la sociedad civil y desde la oposición, debemos luchar por los derechos inalienables del ser humano como el derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad.

De lo contrario, estaremos destinados a la pobreza y al autoritarismo.