Numerosas lecturas, interpretaciones diversas, análisis concienzudos y otros ligeros, se han hecho para intentar entender LOS PORQUÉS DEL RESULTADO ELECTORAL alcanzado el 1 de julio. A continuación comparto mis reflexiones al respecto.
1.- La caída del paradigma. Perder una candidatura ya no es más por sí sola, causa de vergüenza o escarnio popular. Antes, significaba incapacidad, desgano, irresponsabilidad y pereza. Hoy cada vez más, se deben las derrotas a tendencias, circunstancias y transferencias de votos de movimientos, causas y candidaturas mayores que afectan el resultado.
Hoy, las derrotas inmediatas significan posicionamiento de los candidatos para enfrentar retos futuros en mejore condiciones de visibilidad, conocimiento y conquista del ánimo social.
2.- La gente no sabe diferenciar entre el poder ejecutivo y el poder legislativo. El elector generalmente unifica a los candidatos locales y a puestos legislativos del juicio evaluador de las gestiones de gobierno del poder ejecutivo federal y/o local. Malos gobiernos arrastran y hunden a los candidatos a cargos legislativos. No se separa el trabajo y se les evalúa en paquete. La percepción social es que los legisladores no trabajan sin distinguir excepciones.
3.- Elección mayor condiciona resultados de la elección menor. Aunque en campaña se envalentonan algunos candidatos a diputados locales, diputados federales y munícipes, los ojos del electorado no voltean a verlos. El hit sigue siendo la elección presidencial.
Casos aislados trastocan la tendencia general, como el de Jalisco donde Movimiento Ciudadano emerge como primera fuerza política local, con un margen ganador contrastante con la ola de Morena, provocando un singular mapeo político en nuestro país.
4.- Partido o candidato. La ecuación acerca de que es más importante, candidato o partido que lo postula, fue despejada de manera contundente por la sociedad: ninguna de las dos; es más importante incluso que ambas, saber por quien nunca votarías.
5.- Profundidad negativa imperante en el ánimo social. La sociedad depuró su intención del voto de origen, por eliminación. Desde hace al menos dos decenas de meses, se sabía que los niveles de desaprobación presidencial causaban los altos niveles de rechazo hacia el PRI, partido “oficial”, que representaba “al sistema”, que sirvió de pararrayos y fusible para contener la ira, el descontento y la reprobación presidencial que ha acompañado a Enrique Peña Nieto durante más de dos terceras partes de su mandato
6.- La crisis de los partidos. La gente manifiesta un rechazo enérgico contra los partidos, en especial con los más longevos, como lo son el PRI y el PAN. Mención destacada merece el PRD que durante una época fue la oposición legítima de México y hoy ha sido borrado y desplazado por Morena.
7.- Candidatos obsoletos. Los perdedores e incluso muchos ganadores recorrieron la campaña electoral rehaciendo ritos, actos, eventos y actividades basados en su memoria, pero no en la creatividad. No supieron leer que la sociedad cambio. Que el mitin molesta, que los políticos no son atractivos en general para que la gente deje de hacer sus actividades cotidianas y los siga en caravanas, actos y apoyos públicos. Repiten lo que saben hacer, pero evidencian desconocimiento de lo que la gente quiere. Los formatos de campaña, sin novedad ni atractivos.
8.- Reducción de gastos de campaña. La elección costó menos dinero en cuanto a que se dificultó la entrega de dadivas, beneficios, propaganda y utilitarios, para evitar la compra de votos. Sin duda la gente se quedó esperando recibir obsequios y utilitarios que afortunadamente tienden a desaparecer, aunque prevalecen los textiles y los engomados. Sin embargo queda pendiente y como punto rojo el hecho de que siguió fluyendo una inmensa cantidad de dinero por debajo de la mesa que se empleó para pago de activistas, brigadistas y compra de voluntades durante la campaña y a través de la jornada electoral. El Instituto Nacional Electoral (INE) es imposible que no se haya dado cuenta del torrente del flujo financiero que revigorizó medios de comunicación, empresas, consultorías y economías de los principales promotores de los candidatos, que salvo excepciones minoritarias.
9.- Fiscalización simulada y en comparsa. Hacer como que no se da cuenta, debilita drásticamente la autoridad del Instituto Nacional Electoral (INE), acelera la pérdida de respeto ciudadano hacia sus instituciones propicia burlas en forma de memes, caricaturas y mensajes de mensajería digital. Evidentemente es incapaz de fiscalizar a todos, todo el tiempo y sus tabuladores de costos han sido vencidos por estrategias similares a la evasión de impuestos y las declaraciones ante el Sistema de Administración Tributaria (SAT). A nadie ayuda mentir y que se acepte como válida y legal la mentira, por incapacidad de demostrarlo.
10.- Los candidatos independientes. Decenas lograron reunir las firmas de apoyo suficientes para aparecer en la boleta electoral a nivel federal y en el nivel estatal. De ellos, casi ninguno logró despegar ni crecer durante el proceso electoral 2018. Los casos de éxito no aparecieron. Incluso otros que habían tenido éxito previo, como Jaime Rodríguez “El Bronco” que había sido electo gobernador independiente de Nuevo León, y Pedro Kumamoto que había logrado la Diputación local por el distrito 10 con cabecera en Zapopan, Jalisco, ambos icónicos del movimiento pro independientes tras ser noticia de interés nacional al ganar, se desinflaron y perdieron el respaldo popular. La gente no acompañó con interés a las candidaturas independientes de ningún cargo, desde presidente municipal hasta presidente de la república. Contadas excepciones de triunfos municipales evitan la blanqueada.
11.- Las redes sociales. Aunque influyeron notablemente en el resultado, su clímax llegó antes del inicio de las campañas electorales. Durante el transcurso de los 90 días de la campaña presidencial, las redes sociales fueron utilizadas invasivamente por partidos y candidatos, pero los usuarios no fueron receptivos e hicieron gala de un brutal poder de contra su acción, siendo impermeables a sus contenidos y mensajes.
12.- Los contenidos propagandísticos. Los textos y videos con propuestas de campaña fueron desechados, los emisores bloqueados o ignorados. Las infografías aparecen en escena y atraen al círculo rojo. Los memes son el canal para la juventud –más que los videos- debido a la crudeza, burla, sarcasmo, sátira, señalamientos en lenguaje fresco, semiótico y ligero. Al golpe de vista ya has sido influenciado.
13.- Las fotos y videos de campaña. La mayoría de las campañas de los candidatos de todos los partidos, carecieron de arte, de creatividad, de mensaje y perdieron la capacidad de atraer la atención de los usuarios prácticamente desde el inicio. En términos reales, la gente se volvió desganada a verlas y desinteresada en interactuar. La agresividad en redes proferida de los usuarios a los candidatos, a los gobernantes, a los partidos políticos y entre activistas, subió a niveles preocupantes. El elector no se dejó sorprender. A menos que salga un usuario en las tomas, no perderá tiempo en detenerse a ver al candidato haciendo lo mismo, en las mismas poses, varias veces seguidas cambiando únicamente el lugar. Candidato con su familia, candidato con una viejita, candidato con niños, candidato con mascotas, candidato con escoba o pala, son tan poco originales y llamativas que hacen más daño que bien.
14.- La guerra sucia. Apareció, pero no fue factor de modificación de la intención del voto. Sobre todo cobró forma de llamadas telefónicas anónimas, provenientes de call centers, identificadas como entrantes desde Rusia, Ciudad de México y Francia, que invadieron la intimidad de manera molesta. Acusaciones se judicializaron presentando denuncias ante tribunales. En redes sociales se dio poca importancia a los señalamientos, dimes y diretes en contra de los candidatos. La sociedad fue menos ingenua y no le dio mayor importancia a las descalificaciones carroñeras que se hicieron. El blanco de la mayoría de los ataques fue Enrique Peña Nieto y el gobierno de la República, situación que no cambió en relación a los últimos 24 meses. Las acusaciones contra el candidato Ricardo Anaya aún no tienen desenlace judicial pero logró sortearlas el citado sin afectación mayor. Al final, el candidato más atacado pero de manera inconsistente, fue Andrés Manuel López Obrador.
15.- Posicionamiento de los candidatos. Al iniciar la campaña electoral, el electorado ya conocía al menos a alguno de los candidatos. Sin embargo el nivel de conocimiento era sumamente dispar. El último en entrar en la mente del electorado buscando apoyo fue José Antonio Meade, con un nivel de desconocimiento muy severo entre el electorado nacional. Durante los primeros 45 días logró alcanzar un nivel de conocimiento aceptable, competitivo con el puntero Andrés Manuel López Obrador y con Ricardo Anaya, ambos, con ventaja tras haber sido dirigentes nacionales de sus respectivos partidos y haber tenido exposición en medios masivos de comunicación anterior a la campaña. Tras el segundo debate entre candidatos presidenciales, incluso Jaime Ramírez “El Bronco” logró alcanzarles en conocimiento del electorado a sus demás contendientes.
16.- Debates. 3 debates en formato flexible y moderación activa se suscitaron durante el desarrollo de las campañas: el primero el 22 de abril en el Palacio de Minería, Ciudad de México, abordaron temas sobre política y gobierno, corrupción y seguridad pública. El segundo, el 20 de mayo en la ciudad de Tijuana, Baja California, enfocado en comercio exterior e inversión y temas de migración. El tercero el 12 de junio en Mérida, Yucatán, sobre economía y desarrollo. Tuvieron una audiencia aceptable, visualizándose más aún en plataformas digitales que en medios electrónicos de televisión abierta y radio. Ninguno de los 3 debates fue relevante en términos de reconversión de votantes. Simplemente sirvieron para equilibrar el nivel de conocimiento entre los candidatos ante los electores.
Colofón:
La mayoría de las elecciones ni se ganan ni se pierden en el transcurso de las campañas, a menos que ocurran aciertos o errores extraordinarios. Las elecciones se ganan con buenos gobiernos, cercanía a la gente, congruencia entre el discurso y las acciones, dependiendo de la buena o mala reputación personal y de la evaluación del desempeño de las autoridades gubernamentales. Las victorias necesitan muchos aciertos. Las derrotas se obtienen por errores acumulados. Las victorias son de todos. Las derrotas son huérfanas. México ganó el 1 de julio. Podemos presumir una democracia en madurez, que da confianza y certeza en que el pueblo manda, en que el pueblo da y el pueblo quita. Sin duda, con eso ganamos todos.