Tiene su importancia repetir que un porcentaje alto de mujeres, que labora en la academia, la industria, el comercio, los servicios y la política; ha demostrado haber ganado ese lugar a partir de su inteligencia, su capacidad, el trabajo y la honestidad. A tal grado que hoy, amplios sectores de ellas están demandando ser tomados en cuenta para participar en todas aquellas cuestiones que tienen que ver con la construcción de un nuevo país. ¡Desde luego que esta demanda es legítima! Aunque, a decir verdad, el pensamiento del hombre sobre estos asuntos se sigue desarrollando con mucha lentitud. Detrás de la puerta, cree que la mujer es “un hombre incompleto, un error de la naturaleza” como afirmaban en su tiempo Aristóteles y Santo Tomás

Aunque en Morena hay avances muy importantes sobre estos requerimientos femeninos, en el pensamiento de muchos aún subsiste un océano de atraso y de reticencias que hay que combatir. Ya en la historia de México está registrado un aporte sumamente importante de la mujer en la construcción del México moderno. María de la Soledad Leona Vicario Fernández de San Salvador, conocida como Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Gertrudis Bocanegra, María Ignacia Javiera, alias la Güera Rodríguez, Mariana Rodríguez del Toro, Manuela Medina, María Fermina Rivera y muchísimas más, son apenas un débil ejemplo de esa participación. En la Guerra de Reforma miles de mujeres anónimas contribuyeron al triunfo de Juárez y a la derrota del imperio de Maximiliano y de los Conservadores. La gesta de 1910-17, no hubiera sido posible sin el apoyo heroico de miles y miles de mujeres que influyeron en el triunfo de la Revolución

Pocos saben que, en los prolegómenos de la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938, la política popular y nacionalista del Gral. Lázaro Cárdenas del Río movilizó a grandes sectores del pueblo particularmente a las maestras rurales, las campesinas y a mujeres de la clase media, para apoyar la lucha contra las compañías petroleras. En esos años Felipa Poot y tres compañeras suyas, cayeron muertas a pedradas en las tierras de Yucatán a causa de su exigencia de libertad para los mayas, sometidos entonces por la Casta Divina

Hoy, a más de doscientos años de la Independencia de México y de la mayoría de los países de América Latina, el grito de las mujeres por la libertad, la igualdad y la justicia, es un clamor que se manifiesta en las calles, en los centros de trabajo y en la política. Están logrando espacios porque se los están ganando a pulso. Cinco mujeres de primer nivel han sido propuestas por el presidente para ocupar encargos que amplíen la eficiencia en el trabajo y se conviertan en los referentes que hoy exige la honestidad y la transparencia. Nadie ignora que, por siglos, los capitostes del poder hicieron de sus derechos el instrumento que justificaba su machismo y sus corruptelas. Lo que auguraba Nicolás Guillén respecto de que países y mujeres alcanzarían su libertad cuando fueran alejados de los imperios del atraso y de la voracidad económica, está pasando a la historia

La idea de que los derechos de la mujer son un fardo demasiado pesado cuando éstas quieren liberarse, empieza a desaparecer. Su talento va de la mano con la proclama de Viviana Sansón cuando en el Manifiesto del Partido de la Izquierda Erótica, criticaba el estado de ruina en que los gobernantes dejaban a sus países. Desde que la Nación se fundó, afirmaba, los hombres han gobernado sin nuestra participación. De allí que nos atrevamos a afirmar que es la gestión de ellos la que ha fracasado. En su ejercicio, de todo nos han recetado los señores: “guerras, desempleo, impunidad, fascismo y dictaduras” Si los derechos de las mujeres tienen que caminar, caminarán. Siempre habremos quienes apoyemos sus luchas y sus demandas. Lo que no tendrá nuestro apoyo es la simulación, el arribismo y el oportunismo de la derecha desequilibrada que quiere entrar a Morena