El show de los gobernadores que se salieron de la Conago solo pudo ser superado en “pena ajena” por la súbita reunión de exsecretarios de Salud, solicitando ilusamente un “cambio de timón” en la actual estrategia contra el coronavirus, como si la gente dijera: “¡Oh! ¡Qué terrible la manera como el Dr. Gatell está llevando las cosas! ¿Por qué no recurrimos a los exsecretarios de Salud, para que con su sapiencia se resuelva este problema tan terrible?”
Luego, los exsecretarios propusieron que se hicieran más pruebas, con la misma sabiduría del taxista que te dice cómo resolver la crisis económica, los cronistas deportivos que opinan cómo debieron jugar “las Chivas”, o el aficionado taurino que, desde su lugar en la Plaza, le grita al torero: “¡Éntrale por la izquierda!”
Difícilmente pueden tomarse en serio las palabras de individuos cuyas transas dejaron nuestro sistema de salud en condiciones deplorables para enfrentar una pandemia (sin mencionar las imágenes del Dr. Narro bailando pasito duranguese en un spot para una campaña política).
Los exsecretarios no parecen exactamente superhéroes salvadores. Les voy a decir lo que parecen: botargas de la derecha, que a estas alturas ya debería de mostrar un mínimo avance en sus aspiraciones para recuperar democráticamente el poder, en vez de enfrentar los fracasos económicos que les han resultado sus inversiones en Felipe Calderón, Loret de Mola y Aguilar Camín (¿por qué mejor no se apoyan en seres agradables? Sería más eficaz).
Un doctor Simi resulta más simpático al mostrar sus habilidades dancísticas en el reggaetón, que cualquiera de esas momias repulsivas a la vista, el oído, el tacto y el olfato. Ya están grandes para dar espectáculos lastimeros delante de los niños (pero bueno, al menos ya resolvieron el problema económico causado por la pandemia… para ellos).
Obviamente nadie los toma en serio. Yo creo que los asesores de la derecha que recomendaron sacar a los médicos por delante, son los mismos publicistas que le ponen una bata a todo aquel que quiera dar la pinta de científico en los comerciales, desde el sujeto que anuncia una pasta de dientes recomendada por la Asociación Dental Mexicana, hasta el individuo que asegura que un detergente con electro-fosfatos blanqueadores arrasa con la grasa.
Después de las emulaciones de Cándido Pérez, ¿qué sigue? ¿Hacerse feministas? Disfrazados de colectivos, ingresen a Palacio de Gobierno y descubran discos de Maluma, muñecas inflables de Yoko Ono y una fotografía autografiada de Harvey Westein. Háganse los intelectuales y tomen la casa de Sergio Meyer, protestando por los recortes a la Cultura (y por haber abandonado a Xavier Ortiz).
Aún pueden encontrar una vía para pegarle al Peje y regresar al poder las próximas elecciones; nomás háganme caso: apóyense en personas simpáticas, no Calderones ni Alfaros ni doctores Narros ni Brozos (¡por el amor de Dios ni se les ocurra buscar a Ricardo Arjona, ni es mexicano!).