De 1958 a la fecha, se han producido en Televisa aproximadamente 800 telenovelas, 14.3 historias por año, durante más de 56 años.
Los resultados de esas vergonzosas cifras son catastróficos, ya que como lo dijo Malcom X: "Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido".
En todas las telenovelas de Televisa sin excepción, se humilla al pobre, se cometen injusticias contra la servidumbre, la abusiva trama provoca morbo. El sexo irresponsable es el mejor ingrediente de las historias, las candentes escenas, inyectan cantidades de lujuria en mentes vacías, y eso también provoca arrechucho. Las altas dosis de violencia en las telenovelas son imprescindibles para sus productores; el crimen es el tema central de los relatos de ficción televisados.
Mucho de lo cotidiano que sucede en nuestro México, tiene sus orígenes en la llamada pantalla chica. De manera inconsciente, la mayoría están influenciados por la televisión, y esa no respeta posición social, porque mientras la patrona ve su telenovela en su mega pantalla, la trabajadora doméstica la ve en su modesta televisión mientras plancha.
Adriana Rodríguez de Altamirano, la llamada #Ladychiles, llegó más lejos, pues intentó humillar en las redes sociales a su trabajadora social; señalarla, hacer pedazos su reputación, lapidarla y exhibirla de la peor manera, y eso se le revirtió.
En mi condición, bajo mi criterio, no veo la razón para aventar la primera piedra a la humilde trabajadora.
En mi hogar, en mi mesa, la comida y lo que haya es para todos, y me siento bendecido si puedo compartir. En mi hogar no hay personas de primera o segunda, ni platillos etiquetados. Quien entra a mi casa es tratado con igualdad, desde aquí hago lo que me gusta ver que el mundo haga.
Lo alarmante es que hay miles de #Ladychiles en México, en un México desfasado de la realidad, desigual, injusto, grotesco, con una pésima influencia y que se llama Televisa.