Siguen transcurriendo los días y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, sigue tomada por un colectivo de manifestantes feministas quienes le exigen respuesta al presidente en turno respecto a los miles de casos de víctimas de homicidio, feminicidio y violencia de género que no han sido atendidos: “El jueves, Marcela Alemán, madre de una niña agredida sexualmente en 2017 en un colegio de San Luis Potosí, y Silvia Castillo, madre de Alan, un joven asesinado en la misma entidad en 2019, decidieron manifestarse en el edificio. Fue entonces que la toma comenzó” (ExpansiónPolítica, 06/IX/20). Cabe resaltar que desde que inició la toma del inmueble, los colectivos “Movimiento Estudiantil Feminista”, “Crianza Feminista” y “Aquelarre Violeta”, autodenominados como anarquistas, junto con otros niños y familiares de personas desaparecidas, montaron una mesa al interior de sus instalaciones para que fungiera como centro de acopio. Dicha mesa ha recibido donaciones de colchonetas y productos básicos para alimentación, tanto para las manifestantes como para algunas de las víctimas, aunque no se encontraron presentes en la toma.

Por otra parte, la representante del organismo, Rosario Piedra Ibarra, dio a conocer las demandas que los colectivos inconformes plantearon a la CNDH:

• Una recomendación general contra la violencia feminicida

• Fin al discurso de descalificación al movimiento feminista

• El retiro de la campaña “Cuenta hasta 10”

• Subsidio para la Alerta de Violencia de Género en siete estados

• Programa de empleo

• Entrega de despensas

• Servicios médicos y acceso a medicamentos

Asimismo, en un comunicado emitido el sábado 05 de septiembre, la propia CNDH exhortó al diálogo para la búsqueda de soluciones que pongan fin al problema: "Esas instalaciones, hoy clausuradas, no son oficinas burocráticas, son centros de recepción y atención de quejas para defender los derechos humanos de todas y todos, y que estamos en un esfuerzo para hacerlo con más eficacia, sin dilaciones ni pretextos" (ExpansiónPolítica, 06/IX/20).

Y aunque en otro comunicado la Secretaría de Gobernación (SEGOB) dio a conocer que algunos funcionarios federales, así como del Gobierno de la Ciudad de México se presentaron en las instalaciones de la Comisión para establecer un diálogo con las inconformes, estas rechazaron tajantemente la intentona de pacificación, llegando inclusive a rayar un retrato de Francisco I. Madero como respuesta. Respecto a esto, era de esperarse que el presidente reaccionara en una de sus conferencias mañaneras: “Respeto todas las manifestaciones, pero no estoy de acuerdo en la violencia, el vandalismo, no estoy de acuerdo con lo que hicieron a la fotografía, a la pintura de Francisco I. Madero. Yo creo que quien conoce la historia de este luchador social sabe que debemos de guardarle respeto” (ExpansiónPolítica, 07/IX/20). En relación con su respuesta, es importante recordar que el mandatario ha declarado públicamente que es un fanático de la historia mexicana, debido a esto es un tanto lógico, creo yo, que la alteración de esta pintura por parte de terceros haya suscitado su descontento, pero de ahí a que se le juzgue y condene por su respuesta me parece precipitado, además de intolerante.

¿En qué momento el tabasqueño de manera explícita demeritó o minimizó la problemática de feminicidios? Lo único que hizo fue externar su inconformidad por tal acto, y está en su derecho ¿O acaso ya no puede hacer esto tampoco? Pero el punto aquí es que la atención se ha desviado a la que para muchos fue una desafortunada declaración por parte del mandatario, cuando lo más importante no debería de ser eso, sino la grave problemática de homicidios, tanto de HOMBRES como de mujeres y de feminicidios que hasta el día de hoy no ha disminuido. Pero qué mejor para la prensa amarillista y tendenciosa que ante la toma de la CNDH, Obrador se haya atrevido a expresar su inconformidad por un simple cuadro en vez de por la vida de miles de asesinadas (porque de los asesinados nadie dijo nada) que ha dejado la crisis económica y social, la inseguridad y el narcotráfico en este país.

En este aspecto, sería interesantísimo que toda esa misma indignación que provocan los malos resultados respecto al combate del feminicidio, también fuera canalizada a otra indignación, pero en este caso hacia los miles de hombres que también mueren y engrosan alarmantemente las tasas de homicidios en México. Por si no lo sabe:

“Entre 2014 y 2016 hubo 57,288 hombres asesinados y 7,582 mujeres: siete veces más hombres que mujeres. La información del Secretariado dice que entre 2015 y 2017 hubo 8,269 homicidios de mujeres, de los cuales 1,719 fueron categorizados como feminicidios y el resto como homicidio doloso normal. En ese mismo periodo la misma fuente reporta 60,757 homicidios dolosos para hombres. También una proporción de siete hombres por cada mujer” (Lamas, 2018: 148-149).

O sea que, independientemente de las razones de género tomadas en cuenta para catalogar a un asesinato como feminicidio y que, efectivamente, son miles de mujeres las víctimas, hablamos de una tasa de mortalidad masculina en homicidios muy por encima de la femenina. Y no estoy exponiendo tales datos para minimizar algún tipo de asesinato como irresponsablemente suelen asegurar los que no soportan cuestionamientos, ya que tanto la vida de un hombre como la de una mujer vale por igual, sólo digo lo que la estadística, dura y objetiva, arroja. Aunado a esto, con base en información dada a conocer por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), únicamente en el mes de junio del año en curso fueron registrados 2,950 asesinatos, de los cuales 99 fueron feminicidios y 2,851 fueron tipificados como homicidios dolosos.

Se concluye así que, hasta el día de hoy: 1) No únicamente fallecen mujeres por homicidios, sino también hombres, 2) la estrategia implementada por el Gobierno Federal no ha dado los resultados esperados en la disminución de los homicidios y feminicidios (no se puede negar lo evidente), y 3) Sería mejor canalizar el descontento social en la exigencia de rendición de cuentas en vez de buscar golpear políticamente a un funcionario público que, nos guste o no, el propio INE reconoció como presidente legítimo de México.