En los estertores de muerte del sistema neoliberal, no sorprende que grandes conglomerados transnacionales como Kellogg’s atenten contra la vida de niños, adolescentes y adultos lanzando productos como un nuevo cereal sabor "Pan de Muerto", mismos que son una bomba de azúcar, químicos y carbohidratos, en el marco de una pandemia que ha costado la vida de más de 57 mil mexicanos.

De estos lamentables decesos, de acuerdo a datos del portal Business Insider, 70% padecían de diabetes, hipertensión y obesidad, comorbilidades que elevan el riesgo de fallecer de Covid-19 y que en la mayoría de los casos están ligadas directamente con la mala alimentación y la comida chatarra.

Más allá de la "viralidad" de este tipo de productos cuando son "descubiertos" en redes sociales, deberíamos analizar como sociedad el impacto que la venta de estos productos tienen en un país con uno de los mayores porcentajes de obesidad infantil en el mundo.

El gobierno de la 4T hace su parte, con el impulso de iniciativas como la del nuevo etiquetado de alimentos, que nos dice claramente que este nuevo producto, que además del cereal de Pan de Muerto incluye, “Rollos de Canela” y “Churros de Azúcar”, contiene exceso de calorías y exceso de azúcares.

El actual gobierno también ha propuesto modificar y agregar nuevas asignaturas desde la educación primaria, en donde se enseñe a los niños y adolescentes a cuidar su salud y a llevar una buena alimentación. Por mi propia experiencia de vida, lo que puedo decir es que ojalá esto se lleve a cabo cuanto antes, para que cada vez menos niños tengan las dificultades que yo tuve por mi exceso de peso durante mi adolescencia.

Las madres y padres de familia, sin duda, también tendrán que aportar lo suyo procurando dar a sus hijos una buena alimentación y educación sobre los riesgos de la mala alimentación y el sedentarismo en el hogar.

¿Y las empresas? Bueno, las empresas son entes hechos para hacer dinero, no para preocuparse de la salud de las personas en general y de los mexicanos en particular. Sin embargo, el lanzamiento de estas bombas de azúcar, dirigidas a un público infantil (solo observen los sabores elegidos y las cajas de estos cereales, llenas de colores y dibujos) y juvenil parece ser un desafío abierto a una sociedad y a un gobierno que lucha una cruenta pelea contra las dos epidemias gemelas de obesidad y el nuevo coronavirus.

Lo de Kellogg's y su cereal -al que muchos acusan también de ser "apropiación cultural", también- es vergonzoso, pero más vergüenza daría quedarnos con los brazos cruzados y permitir que las empresas nacionales e internacionales y sus muy redituables productos chatarra sigan infestando los anaqueles de los mercados y tiendas de abarrotes de nuestro país.