No eres humilde cuando te humillas, sino cuando te humillan y lo llevas por Cristo. Josemaría Escrivá de Balaguer

 

Como individuo, la mujer es un ser endeble y defectuoso.

Tomás de Aquino

 

La derrota representa una oportunidad para recomponer, tomar más fuerza y renacer. La derrota también significa el fin para los débiles y sin carácter. Así es la política en México y en muchas partes del mundo. Entre algunos cristianos hay los llamados “renacidos”, los “salvados” por dios para cumplir alguna misión en esta vida, dicen ellos. Muy pocos pueden probarlo y hacer un papel decoroso.

 

El caso de Josefina Vázquez habría sido derrotada tres veces; tres golpes severos que durante meses se fueron cocinando lentamente:

 

La primera, por el abandono de Felipe Calderón y el PAN, porque nunca fue la candidata elegida, la candidata ideal, la candidata con capacidad para ser competitiva frente a los adversarios. El engolosinamiento  de Calderón con el poder que no le permitió construir a otro delfín, el cual perdió con la muerte de Juan Camilo Mouriño. A diferencia de Vicente Fox que una vez que ganó Calderón le dejó libre el camino para mover sus piezas en la campaña y se alejó a regañadientes del poder absoluto presidencialista, Calderón no quiere dejar de ser el mandamás.  Por eso mandó al ruedo, muy tarde y muy torpemente a Ernesto Cordero, quien si bien hizo un esfuerzo enorme para alcanzar la nominación, al final Josefina le arrebató la candidatura sin tener una hoja de ruta: “¿Vamos a ganar, mi Agus, y luego qué vamos a hacer”, se le escuchó decir en la precampaña y, efectivamente, no supo qué hacer.

 

La segunda, por el malestar ciudadano. Mientras los coristas del PAN y del gobierno federal presumen en todos los foros y frentes que la economía está mejor que nunca, que México es el país de los milagros económicos con Acción Nacional, que ahora sí nos irá mejor, la triste realidad son: más de 160 mil muertos, cientos o miles de pequeñas y medianas empresas quebradas o abandonadas; una cartera vencida bancaria y de seguridad social a punto de estallar; zonas de excepción impuestas por el narcoterrorismo; una clase política panista enriquecida a golpes de corrupción de escándalo (CONAGUA, PEMEX y CFE son las joyas nacionales donde tantito se rasque el hedor a corrupción impregna todo), una completa desinformación sobre el destino de los excedentes petroleros en la época de Francisco Gil Díaz y una muy mala manera de escuchar el reclamo ciudadano. El malestar lo expresó Javier Sicilia y se repite por todas partes: “estamos hasta la madre”. Contra eso no pudo Josefina.

 

Y la tercera por el voto mayoritario en su contra.  La culminación de las dos anteriores situaciones fue el rechazo en las urnas, tantas veces cantado por analistas y ciudadanos, pero ignorado por quienes daban vida artificial a la candidata panista.

 

El destino de Josefina, como buena cristiana, sería asumir con humildad la derrota  y a cargar con su propia cruz y como un retiro espiritual alejarse de la política. Su salud, finalmente, como ha ocurrido en casos similares, no le daría para mucho. De continuar con esos desaguisados políticos no se descartaría que desmayara frente a un público amplio. Ya le ocurrió dos ocasiones, cuando la “renunció” Felipe Calderón y en el arranque de la campaña formal.

 

La otra ruta sería llevar las cosas con calma y aceptar un cargo de elección popular en 2015. Mientras, se le complicaría para sobrevivir al interior del PAN en una situación de completa desventaja, sin legisladores leales a su causa (a estas alturas ni Roberto Gil es garantía), sin gobernadores que la tomen en serio (como nunca la tomaron), sin base social de apoyo (salvo su familia) y endeudada con varios empresarios que le apostaron a su causa. Quizá Alfredo Achar, dueño de Grupo Comex la reintegre a su plantilla para cobrarle los favores, pero no sabría en función de qué.

 

Para el país la ausencia de Josefina en la escena nacional no tendría ningún efecto. Lamentablemente no es una gran líder, ni una mujer de ideas renovadoras y su estrella política sin la victoria decorosa, se apagará rápidamente.

 

Por otra parte, en su haber, más por el voto duro que por su causa de género, sería la mujer que más votos haya obtenido en una elección presidencial. Aún no se observa en la escena nacional a otra mujer que pueda repetir lo que habría logrado Josefina.

 

Josefina, en su derrota, cristianamente lo más lógico es que se sentiría obligada al retiro, pero si el demonio la toca, entonces buscaría abrirse camino por sí misma y… fuera del PAN.

 

El partido de Josefina, por su parte, como nunca en su historia, entraría a un proceso de purga y refundación que los llevará a perder el tiempo para prepararse para el 2018. Sin embargo, se conformaría con ser un partido opositor y “responsable” hasta esperar una nueva oportunidad.

 

Mañana el escenario de la derrota de Andrés Manuel López Obrador. Y, debido a que me han insistido, el escenario donde todos, los cuatro candidatos, son derrotados. ¿Cómo es eso? Esperénlo.

 

alexiabarriossendero@gmail.com