Existe una Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que les reconoce 20 derechos. La Constitución, en el artículo 4º establece el principio del Interés Superior de la Niñez, que el Estado deberá respetar en todo momento, pero sobre todo en situaciones de riesgo y escasez. Sin embargo, la verdad de las cosas es que esos derechos no se cumplen como es debido, más aún: ni el Estado ni la sociedad acaban de reconocer que los niños son titulares de derechos y no solo personas vulnerables a las cuales cuidar como a cada quien le parezca correcto.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador enfrenta un gran reto, pero, sobre todo, una magnífica oportunidad en el tema de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Diversas decisiones fundamentales que ha tomado inciden significativamente en el espacio de los derechos de los niños. Tal es el caso de la reforma al modelo de salud, la estrategia en materia de seguridad, la reforma educativa que ahora incluye la educación inicial para niños de cero a tres años de edad, por solo mencionar tres ámbitos que la Cuarta Transformación quiere cambiar de raíz.

La oportunidad está ahí, López Obrador puede tomarla y marcar una diferencia irrefutable respecto a los gobiernos de los últimos 40 años, los gobiernos bien llamados neoliberales. Para no ir muy lejos, Enrique Peña Nieto, en la típica visión patrimonialista sin compromiso social de la derecha, trató de imponer una Ley de “protección” de los niños, que los enfocaba como infantes sin voz ni derechos; desde luego, la sociedad y el Congreso le enmendaron la plana al mexiquense y en lugar de esa Ley de tutelaje se expidió la Ley General antes mencionada, que es garantista y reconoce derechos existentes de los niños. Lástima que no se aplique como merecen nuestros niños.

En estos días en que la 4T debe asumir decisiones fundamentales, acciones que determinarán el futuro del gobierno de AMLO y tal vez del país, la disputa política está a todo lo que da. Para bien y para mal, en estos días de confrontación político ideológica, los niños salieron a la palestra en tres imágenes poderosas: niños con cáncer en las calles, niños armados en la montaña y niños migrantes en la frontera, todos expuestos en escenarios de alta vulnerabilidad y proyectando el reclamo de respeto, atención y reconocimiento de sus derechos.

c, gestados a lo largo de las décadas y los siglos de desigualdades, corrupción y pobreza en México. A ningún gobierno en particular se le puede achacar la culpa de esta situación, pero pocos Presidentes como López Obrador han tenido, por su genuina sensibilidad social, la oportunidad de impulsar un cambio verdadero que honre a nuestros niños indígenas, niños migrantes, niños huérfanos, niños maltratados, niños abusados, niños olvidados, niños enfermos, niños violentados, niños malnutridos, niños explotados, niños tristes y despreciados. Son muchos, más de los que imaginamos. La visión de la política y de la sociedad de AMLO, así como el impulso transformador que enarbola, puede comenzar a cambiar la vida de los niños.