Nueve gobernadores mexicanos —del PRI, PAN, PRD, MC y el Bronco— han exigido públicamente el cese del subsecretario Hugo López-Gatell por el mal manejo de la crisis sanitaria. Los números, ciertamente, no son esperanzadores. Al día de hoy se han superado los 440,000 contagiados y las 48,000 defunciones. Si bien es verdad que México se encuentra incontrovertidamente en una crisis sanitaria sin precedente, merece la pena realizar una justa valoración del principal vocero de la pandemia en el gobierno federal.

La irrupción del virus, desde los primeros casos en China hasta la declaración de pandemia por la OMS, ha hecho bascular a todos los gobiernos del mundo: desde la Alemania de Merkel, la Francia de Macron y hasta la propia organización sita en Ginebra, Suiza. El desconocimiento absoluto del virus —tasa de letalidad, formas de transmisión, resiliencia— provocaron la toma de decisiones torpes y equivocadas alrededor del globo. Mientras Boris Johnson en Londres menospreciaba el impacto del virus, Jair Bolsonaro en San Pablo descreditaba todas las advertencias de los expertos en materia sanitaria. Algunos científicos han cuestionado el propio origen chino del virus. En suma, poco se sabe al término de 8 meses.

El manejo de la información relacionada con la pandemia en México, a cargo de López-Gatell, no ha estado exento de imprecisiones y contradicciones, desde la pertinencia de portar mascarillas hasta la fecha tentativa inicial de término de la pandemia. Sin embargo, conviene señalar que el funcionario ha actuado de acuerdo a la información que se ha dado a conocer por parte de las principales autoridades sanitarias y expertos en salud, entre ellos la OMS, epidemiólogos reconocidos y los ministerios de salud extranjeros.

El embate contra López-Gatell por parte de gobernadores de la oposición responde a una intentona de golpear al gobierno de López Obrador en el momento de la mayor crisis sanitaria. Quizá responda a las especulaciones en torno al futuro del subsecretario en la vida pública del país, pues algunos analistas se han aventurado en vaticinar la intención de López-Gatell de buscar un escaño plurinominal en la Cámara de Diputados mientras realizaba una gira en Chiapas con el propósito de promover acciones destinadas al control de la pandemia.

La tragedia sanitaria que golpea a México responde a factores de corte estructural, tales como la ausencia de políticas de salud pertinentes, la pobre inversión pública en la materia, los malos hábitos alimenticios, el sedentarismo, entre otros; y no así al desempeño de un funcionario de la Secretaría de Salud.

La politización de la tragedia sanitaria no es patrimonio exclusivo de México. La vemos alrededor del mundo. Basta echar un vistazo a los titulares del diario español ABC en su incesante afán de lastimar la credibilidad del gobierno de Pedro Sánchez y de Fernando Simón —el López-Gatell de aquel país— en el manejo de la pandemia.

En suma, López-Gatell ha respondido de acuerdo a la información brindada por los expertos de salud y por los estudios científicos realizados alrededor del mundo. Limitado por la agenda política del presidente, el subsecretario navega en aguas tormentosas. No siempre la pericia del capitán permite sobrevivir a la tormenta.