John Bolton, ex Consejero de Seguridad de Nacional del presidente Trump, advierte en su libro The Room where it happened que todos los razonamientos, acciones y decisiones del presidente están dirigidos a su reelección y a su engrandecimiento personal, en un completo desdén hacia su país y a sus conciudadanos.

Rumbo a las elecciones en Estados Unidos del próximo 3 de noviembre, diarios estadounidenses han revelado recientemente las aberrantes estratagemas del presidente Donald Trump para descarrillar los comicios y derrotar a su rival, Joe Biden, quien hoy día lidera indiscutiblemente las encuestas de opinión.

Ha trascendido que la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, bajo el liderazgo de Nancy Pelosi, ha propuesto un fondo de emergencia de 25 mil millones de dólares dirigido a fortalecer el sistema nacional de correos, con miras a apoyar las labores de recolección de votos por este medio, derivado da la contingencia sanitaria.

Sin embargo, Trump ha amenazado con vetar la propuesta demócrata, y por el contrario, inició una reforma del correo so pretexto de mejorar la calidad de los servicios postales. Las acciones del presidente han sido denunciadas como un abuso del poder presidencial con el propósito de ralentizar el servicio postal, evitar el arribo de los votos en tiempo y forma, y así suprimir el voto mayoritario que daría la victoria a Joe Biden, principalmente de las minorías y de los grupos vulnerables quienes temen asistir de manera presencial a las urnas.

Las acciones del presidente estadounidense no tienen precedente en la llamada “democracia moderna más antigua del mundo” ¡un presidente de los Estados Unidos utilizando su poder ejecutivo para subvertir un proceso democrático! ¡y así ganar su propia reelección! Estas acciones —propias de una dictadura— suponen una flagrante violación al Estado de Derecho, a la Constitución y a la cultura de la legalidad que ha caracterizado a la transmisión del poder ejecutivo en la historia de nuestro vecino.

Las acciones del presidente Trump evocan paralelismos con las elecciones en México de 2018, cuando la otrora Procuraduría General de la República inició un expediente de investigación contra el candidato del PAN, Ricardo Anaya, por un supuesto blanqueamiento de dinero en un conjunto de naves industriales en Querétaro. La investigación derivó, a todas luces, de una jugarreta del presidente Peña para descarrillar la candidatura del panista, y así conformar un frente opositor único contra López Obrador en la persona del candidato del PRI, José Antonio Meade. La estrategia eventualmente fracasaría y Anaya sería exonerado de los cargos. El abuso del poder presidencial en tiempos electorales es propio de regímenes dictatoriales con ropajes democráticos: unas elecciones generales en apariencia libres, pero cargados de irregularidades que reflejan la corrupción endémica y la ausencia de la cultura de la legalidad. ¿Y os quejáis de la “antidemocrática” monarquía española?