Improvisado, el periodista Jorge Ramos apareció de nuevo en una mañanera para cuestionar al presidente Andrés Manuel López Obrador sobre la violencia, la inseguridad y las cifras rojas de este sexenio. Jorge pudo documentarse a profundidad para su pretendida confrontación con Andrés Manuel: no le faltó prestancia, careció de precisión; no le faltó experiencia, sí rigor.

Como periodista, Ramos falló, se equivocó al menos en dos cosas. Primero, repetir el mal estribillo de que con López Obrador existen más muertos que en la Revolución mexicana, lo cual es un insulto a cualquier cifra, estadística. Segundo, fijar, paralizar el combate a la inseguridad en este sexenio con los números rojos de un año. Evaluar, concluir que el primer año de la 4T es el peor año de cualquiera de los sexenios del neoliberalismo es un despropósito, un sinsentido. Sobre todo, como didácticamente se lo explicó AMLO, de lo que se trata es de tendencias.

Jorge Ramos no hizo la tarea para presentarse en la mañanera del miércoles porque no introdujo variables significativas, esto es, el crecimiento de la desigualdad, lo que propició mano de obra joven para la industria de la delincuencia; el divorcio entre la clase política y la clase empresarial de los ciudadanos; la corrupción e impunidad históricas: nunca en la historia de México fue tan evidente el enriquecimiento de las elites, la connivencia entre el poder económico, el poder político y el poder ideológico (a través de la pretendida persuasión de los medios).

Dice Jorge Ramos:

“México está cada vez más violento y usted es el presidente con las peores cifras de criminalidad desde la Revolución. De diciembre de 2018 a noviembre de 2019 han sido asesinadas 34 mil 579 personas, homicidios dolosos, homicidios violentos.

“(…) Pero no veo el optimismo cuando tiene las peores cifras desde la Revolución, ese es el problema, tiene un mensaje y una narrativa positiva y la realidad es otra.”

¿Las peores cifras desde la Revolución? ¿De que año, entre 1910 y 1921, habla Jorge? Según los censos, existieron más de un millón de muertos en el período armado y de violencia nacional. La comparación no sólo es maliciosa, es embustera. Como fenómenos sociales no existe ningún punto de comparación pero, al menos, trata de introducir la “percepción” de que el primer año de gobierno de Andrés Manuel ha sido tan violento como la Revolución lo cual, periodísticamente, es inadmisible.

¿Dónde quedó la precisión y el rigor del periodista?

También afirma Ramos:

“De diciembre de 2018 a noviembre de 2019 han sido asesinadas 34 mil 579 personas, homicidios dolosos, homicidios violentos. Este año, el primer año de usted, es peor que cualquier año de Peña Nieto; de (Felipe) Calderón; de (Vicente) Fox; de (Carlos) Salinas; de (Ernesto) Zedillo.”

Jorge insulta su inteligencia. Engaña con la fijeza, la fotografía de un año, y no analiza la movilidad, la tendencia a la baja. ¿Cuándo va a haber resultados, insistió Jorge? El periodista “percibe”, pero no analiza. Sugiere, ya que según sus datos la política de seguridad estuvo mejor, por los resultados, en los sexenios de Felipe Calderón (el artífice de la sangre) y Enrique Peña Nieto, que ese tiempo pasado fue mejor.

La corrupción también engendró la galopante inseguridad donde pocos ganaban mucho en el matrimonio bien avenido de autoridades y delincuentes a través del narco, pero también del huachicoleo, el lavado de dinero en la facturación, la porosidad de las aduanas en el tráfico de armas. La delincuencia, con el neoliberalismo, no fue parte del sistema, fue el sistema mismo. Y la industria de la delincuencia sólo pudo desarrollarse por la corrupción y la impunidad proporcionada también por el sistema judicial.

Jorge Ramos pudo obtener, de nuevo, otros 15 minutos de fama. No lo logró. Le faltó precisión, rigor, argumento: el periodista no se preparó. Lástima.