Las designaciones de Morena transcurrieron en medio los señalamientos de malas determinaciones, pero, también, entre el fundamento que emitió un sinfín de casas encuestadoras que anticiparon resultados abrumadores e insuperables. 

No obstante, la magia desde el epicentro del partido guinda de Morena vivió la influencia por la ambición de algunas manos que mecieron la cuna e, increíblemente, metieron reversa donde había una probabilidad de triunfo abrumador de algunos perfiles en Chihuahua y Michoacán.

Aunque a Mario no le gustó el señalamiento, rápido respondió que a muchos les ganó la ambición; por increíble que parezca, su “ardua “labor en Morena, mostró lo paradójico de un ejercicio que él mismo padeció con Porfirio Muños Ledo. “Que la gente decida”, decía. Una concepción ambigua y titánica para lo que hoy en día ofrece Delgado: simplismo y servilismo.

Es cierto que falta San Luis Potosí, pero también es verdad que, durante un lapso significativo, Juan Ramiro Robledo lideró las preferencias en Morena. En cambio, Mario reculó, y decidió entregar una candidatura en Querétaro para una mujer, mientras en San Luis pasó lo mismo; se tomó otro camino a sabiendas que, Robledo, era su mejor carta para contender. Esa pobreza de tacto dejó una grieta valiosa que aprovechó perfectamente la oposición.

Echemos un vistazo a las razones:

De acuerdo con la última encuesta del Financiero una de las instituciones más exactas del país en sus ejercicios, anticipó el triunfo de Morena en San Luis Potosí, con casi nueve puntos de ventaja de Ramiro Robledo con su posible competidor del PAN; fue entonces que vino la mala decisión que terminó de postergar la victoria en un estado cantado para el triunfo del partido guinda. Resulta que ahora, no solo el panismo emparejó la contienda, sino que lleva un trecho que puede significar la diferencia conforme el estudio de Massive Caller de enero.

En Michoacán pasó algo similar. El triunfo de Cristóbal Arias era irreversible en los sondeos, solamente que, en la “encuesta de Mario Delgado no”, allí, sin conocerse los resultados ganó Raúl Morón, sin merecerlo. Eso evidentemente provocó una grieta profunda que promoverá división y polarización que será aprovechada perfectamente por el senador con licencia y actual candidato de Fuerza por México que, consigo, se llevó media columna vertebral del partido guinda. Era muy viable que eso pasara porque las condiciones inigualables e inmejorables las había sembrado de la mejor forma Arias Solís; ahora, todo parece indicar que los dados se cargarán para el legislador con permiso luego de que Mario Delgado lo despreció. El saldo será altísimo y ya cobró factura con las evidencias de los estudios que realizó INDES y el Heraldo.

Y Chihuahua que era otro de los estados en los que Morena había demostrado crecimiento, muy probablemente se esfume. En la víspera de la elección en uno de los más importantes bastiones del panismo, había señales de que Regeneración Nacional llevaba un margen que pudo ser la clave; sin embargo, también, fue una de las entidades en que predomina el descontento y donde se señaló hubo un reparto en medio de la sospecha de una encuesta que benefició al ganador. Después de que Alejandro Moreno y el Financiero en su más reciente investigación señalaron que, el favorito para ser el abanderado, fue siempre Cruz Pérez Cuellar.

Una vez tomada la decisión, Morena pasó de competitivo a probable derrota según las últimas cifras que emitió Massive Caller. Además, el PAN tiene una alta probabilidad de ganar si su abanderada es María Eugenia Campos, el perfil que sufre la guerra sucia de Javier Corral.

Justamente los rostros una vez de haber tomado una postura errónea, se preparan para perder Michoacán, Chihuahua y San Luis Potosí: entidades que, antes de la toma de decisiones, estaban cantadas para que Morena ganará sin contratiempos. Eso detonó la alarma en el CEN que muy probablemente tenga los datos duros del costo político que acumuló y manifestó la presión que vino a través de una cúpula que palomeó perfiles desde Palacio Nacional. No fue el presidente, pero sí sus más cercanos colaboradores que, a sus espaldas, incurrieron en la vieja práctica del dedazo.

Ahora, queda claro que, Morena, perderá San Luis Potosí, Michoacán y Chihuahua. La tenía y la dejaron ir. Cómo en el fútbol. Que a nadie le extrañe que el precedente que señalamos dé por descontado lo que ocasionó la improvisación y el albazo.