¿Qué padre o madre en su sano juicio quisiera arriesgar la vida de sus hijos al no ponerle vacunas? Creo que ninguno. Pues en el mundo existen muchos movimientos antivacunas que hace que los sistemas de salud de todos los países tambaleen y que enfermedades que se creían erradicadas vuelvan a aparecer y con más fuerza. 

Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud estiman que la vacunación previene de 2 a 3 millones de muertes anuales y demuestra que los fallecimientos por epidemias como el sarampión se han reducido hasta en un 84%. Está científicamente demostrado que la vacunación protege a los niños y a la población de posibles epidemias que antes atacaban a la humanidad.

Los movimientos antivacunas

Siempre ha habido una renuencia hacia las vacunas. Personas que argumentan que no se vacunan por motivos religiosos o posturas de crianza natural. Existe una creencia que la gente “de antes” se enfermaba menos que la de ahora y hay una extraña relación que tiene que ver con los esquemas de vacunación.

En el 2016, el Continente Americano fue declarado libre de sarampión pero en el 2018 empezaron a darse brotes en Venezuela y Brasil. En abril del 2019, en Nueva York , se declaró una emergencia pública de salud debido a esta enfermedad.

En muchos países, los esquemas de vacunación son obligatorios para poder acceder a la educación o a los servicios de salud. En otros, los esquemas de salud le dan beneficios fiscales a los vacunados. En otros más, el sistema de vacunación es voluntario, pero las poblaciones de estos países son muy conscientes de la vacunación o al menos eso parecía.

Los mitos de los movimientos antivacunas

El autismo

En 1997 , la revista médica The Lancet, publicó un artículo del cirujano Andrew Wakefield donde afirmaba  que la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola estaba relacionada con el aumento de casos de autismo en los niños británicos. Una gran cantidad de estudios ha demostrado que no existe una relación de causa-efecto entre esta vacuna y el autismo. The Lancet se retractó y Wakefield fue expulsado del Registro Médico del Reino Unido.

El efecto que tuvo este artículo sobre la vacunación en el Reino Unido fue masivo, y se está recuperando hasta ahora, los vacunados pasaron de un 92% a un 84% entre 1996 y 2002.

Daños al sistema inmunológico

Muchos padres creen que los recién nacidos no tienen la capacidad de soportar todas las vacunas recomendadas por los médicos en los primeros años de vida, porque piensan que su sistema inmune no se ha desarrollado. El doctor Paul A. Offit comprobó que los recién nacidos tiene la capacidad de responder a los antígenos de las vacunas incluso antes de nacer.

Las enfermedades han ido desapareciendo, las vacunas hacen que te enfermes

El pensamiento de muchos movimientos antivacunas se basa en que las enfermedades por las cuales nos vacunamos han ido desapareciendo, por lo que ven ilógico poner la “enfermedad” en el cuerpo para protegerse de algo que “ya no existe”. Hay estadísticas que las caídas en la tasas de vacunación llevan a un resurgimiento de la enfermedad que se creía desaparecida.

Son las farmacéuticas las que buscan vender las vacunas 

El costo de las vacunas y las ganancias que estas representan a nivel mundial no sobrepasan el 3% del mercado farmacéutico global. En otras palabras, aunque las farmacéuticas ganan dinero, su producto principal no son las vacunas y no está cercano a serlo.

La economía de las vacunas

Cualquier ministro o secretario de salud de cualquier país del mundo sabe que no vacunarse le va a costar a su sistema de salud y le va a costar mucho.

La universidad John Hopkins de los Estados Unidos, hizo un estudio donde se estimó que por cada dólar invertido en vacunación en los 94 países con los ingresos más bajos del mundo, se ahorran 16 dólares en atención médica, salarios y descenso de la productividad que causa que alguien padezca o muera por una enfermedad que se puede evitar por una vacuna. Si se invierte un millón de dólares, los ahorros en salud y productividad pueden llegar a ser de 16 millones de dólares. Imagine los ahorros en países con ingresos más altos, los números serían infinitamente superiores.

La Escuela de Salud Pública de Harvard muestra en sus investigaciones que un mayor desarrollo económico está vinculado a mejores condiciones de salud. También se tiene una relación inversa, donde el desarrollo económico de un país se impacta de manera positiva si la salud de la población mejora.

Se puede decir que, los programas de salud y vacunación no solo ayudan a los habitantes de un país, sino a la economía del mismo.

Las redes sociales y su responsabilidad

Las redes sociales son plataformas para muchos movimientos, uno de los que más daño puede causar es el movimiento antivacunas. La explosión de casos de sarampión en los Estados Unidos han hecho que la presión suba para estas plataformas. 

Facebook, YouTube, Amazon, Instagram y Pinterest han restringido o bloqueado a muchos de los grupos radicales antivacunas. Pero para muchas asociaciones esto no basta. La Asociación de Pediatría Americana ha pedido a los dueños de estas redes que censuren este tipo de contenido en sus sitios. El presidente de esta Asociación, Sundar Pichai, entiende que muchos padres recurren a las redes sociales para informarse sobre la salud de sus hijos pero sabe que mucha de esta información es poco veraz y en el caso de las vacunas, la información falsa puede ser mortal.

La AMA, la asociación de médicos más grande de los Estados Unidos, también se unen a los pediatras buscando que las redes sociales garanticen que la información que les llega a la población sea científicamente válida y que no cause un problema como el que está causando ahora en este país de primer mundo.

¿Cómo andamos en México?

El cuadro de vacunación en México es el más completo de América Latina. El programa de vacunación universal mexicano protege a los niños y niñas de México contra 14 enfermedades. A pesar que se tiene un muy buen esquema de vacunas, según los números del Instituto Nacional de Salud Pública , se tiene solo una cobertura de entre el 51,7% y el 63.2% de la población de niños hasta los 35 meses de edad. Esto es un foco de alarma pues la recomendación de la OMS es de un 95% de la población vacunada. Con este 95% se protegería hasta la población no vacunada, destruyendo la cadena de contagio.

En México , con el programa nacional de vacunación, se han erradicado enfermedades como la poliomielitis, el sarampión y la rubéola.  La disminución de la mortalidad infantil es una muestra que la vacunación es básica para tener una población con una niñez sana. Falta trabajar más para que este esfuerzo llegue a toda la población y que la población de nuestro país esté protegida contra este tipo de epidemias que se han propagado por la moda de no vacunar.

La vacunación como responsabilidad moral

Una persona puede reciclar, no pedir popote en los restaurantes, ser inclusiva, respetar a los animales, a los ancianos , pero en el momento que rechazan vacunarse o vacunar a sus niños se convierten en copartícipes de una posible epidemia. 

Está científicamente comprobado que las vacunas son eficaces, seguras y necesarias para la salud de la población, pero aún hay gente que no cree que esto sea verdad. Cuando un grupo es inmune a una enfermedad, la enfermedad no existe pero cuando una sola persona de este grupo decide no inmunizarse afecta a la salud de todos por ser un posible foco de contagio. 

Se puede decir que un bebé en una guardería que no esté vacunado está de cierta manera protegido por los otros que sí lo están, pero este bebé no vacunado pone en riesgo a todos los demás. En el caso del sarampión, existe un 3% de posibilidad que la vacuna no funcione pero este 3% de individuos está protegido por los que si se vacunaron. También se protegen a los que no pueden vacunarse por estar con problemas de inmunosupresión o otra condición médica que hacen que sea imposible vacunarlos.

El gran problema lo hacen las personas que sí pueden vacunarse y no lo hacen. Una enfermedad tan contagiosa como el sarampión necesita muy pocas personas sin vacuna para convertirse en epidemia. Es una irresponsabilidad y una estupidez (dicho con todo respeto) que alguien que puede vacunarse o vacunar a sus hijos decida no hacerlo por cuestiones que no son médicas. Esta persona nos pone en riesgo a todos. Podemos pensar que el problema solo es de las personas que esta decisión solo afecta a las personas que no se han vacunado, pero en realidad afecta al espectro de la población que no le funciona la vacuna, que no puede vacunarse por razones médicas o que, debido a la su química corporal, es susceptible a contagiarse aun y cuando esté vacunado porque está en contacto con una gran cantidad de personas con la enfermedad.

Cuando usted escuche , vea o sepa de una persona que decide no vacunarse o vacunar a sus hijos por decisión propia, pídale que le muestre evidencia científica comprobable y cierta de lo que predica. Busque en las redes el caso de Ethan Lindenberger, joven estadounidense que ha decidido vacunarse a pesar que su madre está en contra de las vacunas. Ha causado gran revuelo en Estados Unidos y seguramente cambiará la manera de pensar de muchos que han tomado el pensamiento antivacunas como una moda.