Diariamente, desde hace casi un año, se publica en SDPNoticias una cápsula de video realizada por la que suscribe acerca de los acontecimientos sociales, mediáticos y políticos más importantes ? o divertidos ? de este país. Lo que digo gusta a algunos, molesta a otros, y enciende frenéticamente a unos más que, a menudo, limitan su crítica a la vulgar ofensa con faltas de ortografía ?asunto que, por cierto, simplemente me parece síntoma de la profunda misoginia e ignorancia que impera en el subconsciente cultural del patriarcado mexicano-; y que, francamente, por el nivel de crítica, no merece mayor atención.

Sin embargo, a raíz de la última videocolumna publicada en la que hablo de la carta que Andrés Manuel Lopez Obrador hizo llegar al Papa Francisco Bergoglio, recibí una serie de comentarios más interesantes de lo normal: algunos, pidiendole al Señor Fernández Noroña que ?me destruyera?, otros más, diciendo que en defensa de Andrés Manuel ?me tirarían mierda? por la calle si me vieran. Lo interesante está en que, el mayor atrevimiento que me he tomado para tan especiales fanáticos, ha sido el de llamarle ?cursi? a la carta que hizó Andrés ? por decir lo menos-; no cuestioné las inexplicables fuentes de riqueza de Andrés, el recibimiento del Papa, la estrategia de manipulación mediática y tampoco el financiamiento de su viaje, pero con algo tan sencillo, sus ?Amliebers? se encendieron.

Esto responde a un fenómeno de intolerancia ? en tiempos de la tolerancia ? muy particular ya que aún en momentos en donde la libertad de expresión se promueve y se defiende abiertamente, un muy pequeño muestreo de cibernautas llama a la violencia en contra de la misma, cuando en otros términos, son los primeros en pedir ?justicia? ?tema distinto, totalmente legítimo ante los ataques que diariamente sufren periodistas-.

Más allá de las pasiones políticas, hago esta reflexión tratando de introducir al tema de lo natural de la intoletancia humana. Sin hacer alegoría a ningún partido político, el comentario acerca de Andrés fue interpretado como una estrategia ?pro priísta?(así dicen mis viewers) tratando de ?deslegitimar? las intenciones de ?un hombre del pueblo? que busca ?cambiar al país?. Esta "distorsio?n" en virtud de la cual un comentario muy limitado a un tema concreto, rellena información utilizando conceptos no mencionados, pero tipicos, en una lucha ideológica y política con elementos imaginativos había sido anteriormente desarrollada por Kant definiéndola como el "esquematismo trascendental". Como explica sirve para traducir la abstracta y vaci?a nocio?n universal en una nocio?n que queda reflejada en, y puede aplicarse directamente a nuestra "experiencia concreta". Como explica Slavoj Zizek, ?esta concrecio?n fantasma?tica no es mera ilustracio?n o anecdo?tica ejemplificacio?n: es nada menos que el proceso mediante el cual un contenido particular acaba revistiendo el valor de lo "ti?pico".

La intolerancia históricamente ha sido el motor de las grandes atrocidades que marcaron a la humanidad, desde guerras sin causa legítima hasta un holocausto y matanzas raciales, hechos que justifican totalmente nuestro rechazo categórico en la sociedad moderna a la ?intolerancia?; sin embargo, tal como habrá predicado Aristóteles, la clave está en el ?justo medio?: en que la intolerancia no sea generalizada y potencializada oficial ni extraoficialmente como para dañar a terceros y tampoco tan detestada como para censurar. La intolerancia tiene una relación profunda con la discriminación, con aquello que institucionalmente nos hemos enfocado a combatir a niveles tanto domésticos como internacinales, pero que simplemente, nos es extremadamente dificil de combatir: ¿La razón? La discriminación y la intolerancia han formado parte de nuestra organización colectiva y nuestro instinto de supervivencia desde el inicio de la humanidad. Siguiendo la línea de Ayn Rand, la discriminación no sólo es natural, sino que además de ser natural, es un ejercicio de auto-definición de la persona humana: me reconozco identificada con ?A?, pero no así con ?B?, por lo tanto, a las personas que se identifican con ?A? de la misma manera que yo, puedo generar lazos de confianza y afinidad, no así con la persona que simpatiza con ?B?. La artificialidad de la tolerancia es parte de un discurso reformador de actitud que nos exige ser más racionales de lo que la naturaleza cíclicamente nos ha obligado. La artificialidad de la tolerancia obliga a romper con cualquier discurso de odio y obliga a desprendernos de conceptos que ?típicos? que puedan llevarnos a una sociedad con valores que reconozcan elementos ontológicos por encima de los ideológicos.

La apropiación de conceptos que generan igualdad y una eliminación de barreras, ha logrado posicionarse por virtud de ley, en temas básicos para el Estado: impartición de justicia, acceso a servicios, ejercicio de derechos, etc, y así debe ser; sin embargo, en el tejido más íntimo de la cotidianeidad (escolar, laboral, en el tránsito, cibernético, etc.) los adjetivos de intolerancia y discriminación son frecuentes y no son exclusivos de una clase o sector social: ?pobre?, ?muerto de hambre?, ?hijo de papi?, ?prostituta?, ?chairo?, ?naco?, ?fascista?, ?ratero?, ?neoliberal?(hay gente que lo utiliza como ofensa, es real), entre muchos más. Quisiera aclarar que estas descalificaciones devienen de contextos culturales e históricos de diferenciación de clases por una parte, y de supremacía individual, por otra.

Sin embargo, estas actitudes justamente por ser culturales y parte arraigada del subconsciente colectivo, no pueden ser frenéticamente censuradas, sino tratadas dentro de las familias, grupos, Estados y comunidades como un tema de formación y educación.

Así, es que en este texto quisiera atreverme a defender el derecho a la intolerancia en su justo medio. No así, la discriminación. Pensemos en que la intolerancia se agota en disentir con lo que el otro piensa, partiendo de una definición muy básica de tolerancia como ?Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.?[1] Ante lo cual, la intolerancia radica en el pensar distinto y la discriminación en el ejecutar acciones u omisiones motivadas por la intolerancia.

Pensar distinto es totalmente sano, y me atrevo a decir que es necesario en un contexto democrático, es por eso que la clave está en el respeto. Los intolerantes necesitan educación para respetar opiniones distintas, necesitan aprender a no ofender, pero en un primer momento, los intolerantes son víctimas de su propia intolerancia así como los ignorantes son víctimas de su propia ignorancia. Ante una víctima, es ilegítimo el contraataque o la censura. La intolerancia cuando deja de ser ofensiva y comienza a ser razonada, puede convertirse en una virtud que estimule el debate. El sano debate.

A ese sano debate, el argumentativo y racional, es al que aspiro que se pueda llegar no sólo con los cibernautas que comentan y con los que violentan, sino con cualquier persona en desacuerdo con alguna idea expresada. Tres minutos a veces no son suficientes para desarrollar los por qué, y me parecería severo un juicio <> por la misma razón. Así es que a mis férreos ofensores y livianos críticos los invito a educarse en las virtudes de tolerancia de respeto, pero mientras tanto, defiendo su derecho a disentir y a expresarse como es que mejor puedan. No tengo claro si alguno de aquellos tenga el gusto de la lectura, pensando en su ortografía podría entender que no es así, pero me parece oportuno aclararlo también para los seres queridos que me han preguntado acerca de los que se dedican a ofender sin ortografía o argumentos en redes sociales.

En el SEMILLERO DE IDEAS, muy ad hoc, quiero compartirles una compilación realizada por el CONAPRED ?Mensajes de odio y discriminación en redes sociales?[2], en donde escribe Alejandra Lagunes Soto Ruiz el texto de ?Libertad de expresio?n y redes sociales: un espacio para la tolerancia ? , analiza la libertad de expresión en plataformas colectivas como Twitter o Facebook contrastandolo con el respeto a la reputacio?n de las personas y, especialmente, contra el derecho a no ser discriminado. A lo que Lagunes reflexiona atinadamente: ?El reto de enfrentar este problema es distinto, porque mientras la discriminacio?n por parte de las autoridades se resuelve con regulacio?n y mecanismos de implementacio?n adecuados, la discriminacio?n entre ciudadanos empoderados con el micro?fono de las redes sociales necesita una solucio?n ma?s profunda.

En este sentido, la tolerancia y el respeto, que deben permear en los usuarios de las redes sociales, son la primera solucio?n para lograr la no-discriminacio?n en ese entorno. Este cambio ?como todos los cambios culturales? debe promoverse a trave?s de la educacio?n y la conciencia. ?

Así que los ?haters?, ?trolls?, ?pejezombies?, ?peñabots?, o cualquier usuario que mantenga la actitud agresiva y ofensiva en redes sociales puede estar tranquilo de que su derecho a ser intolerante tiene un respaldo en la consideración especial a su propia falta de educación, tema que no neutraliza el legítimo derecho a no ser discriminado ni atacado en la vida personal de cualquier persona.

El siguiente paso, distinguiendo una actitud cívica en contra de la legal, será: cívicamene tolerancia a la intolerancia y legalmente, acción penal en contra de conductas reiteradas como bullying, violencia sexual en redes, violencia de género, y ataques a la reputación o el honor, que pueden llevar al suicidio, inclusive.

[1] Real Academia de la Lengua Española

[2] ?Mensajes de odio y discriminación en redes sociales?. CONAPRED. http://www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/Mensajes_Odio-WEB_INACCSS.pdf