James Parkinson (1755-1824), fue un interesado del saber y del actuar de su tiempo, se involucró en la política, la geología, la paleontología y por supuesto, en la medicina. Fue un Inglés altamente sensibilizado por los preceptos sociales que la revolución francesa acababa de plantear, y llegó a formar parte de la Cámara de los Comunes del Reino Unido. La medicina lo alcanzó como herencia de su padre, dedicando una parte importante de su vida al servicio y a sus pacientes. Curiosamente, a pesar de su sensibilidad social y participación en la política, pasó a la historia por su no menos importante labor médica. A él le debemos las primeras descripciones de una enfermedad neurológica degenerativa, que 60 años después de su descripción, gracias al famoso neurólogo Jean Martin Charcot, fue denominada enfermedad de Parkinson.

Actualmente, debido al aumento progresivo de nuestra expectativa de vida, poco a poco se ha visto incrementada la población afectada por esta enfermedad. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 100 personas mayores de 60 años la padecen, contabilizándose alrededor de 6.5 millones de personas en todo el mundo. La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico degenerativo que tiene como principal causa, la muerte progresiva de una serie de neuronas ubicadas en una estructura del cerebro conocida como la sustancia negra, que forma parte del tallo cerebral. Dichas neuronas son responsables de producir un neurotransmisor denominado dopamina. La falta de este neurotransmisor ocasiona entre otras cosas, un control inapropiado de los músculos del cuerpo. Un dato importante de apuntar es que hoy día el Parkinson no solo se presenta en personas de edades avanzadas, sino en personas jóvenes que han sufrido de traumatismos repetidos en la cabeza. Recientemente se ha atraído la atención publica en personas que han practicado boxeo, fútbol americano, fútbol o cualquier otro deporte o actividad donde se reciben golpes repetidos en la cabeza. Los pacientes presentan un aumento gradual de la contracción de los músculos limitando sus movimientos cotidianos como comer, caminar o escribir. Este aumento de la contracción o rigidez provoca que los movimientos de los pacientes sean cada vez menos precisos y libres. Al mismo tiempo, se presenta uno de los signos más característicos de esta enfermedad que es: la presencia de un temblor generalizado e involuntario. En etapas avanzadas de la enfermedad, el aumento de la contracción y del temblor ocasionan que el individuo pierda funciones como caminar, moverse, comer y hablar, entre otros.

Uno de los problemas más serios de la enfermedad de Parkinson, es la falta de independencia del paciente y la necesidad de ser cuidado por otra persona. En este sentido, los cuidados paliativos tienen por objeto ayudar a prevenir y aliviar el sufrimiento de los pacientes, así como brindar una mejor calidad de vida. Como es de imaginar, los cuidados paliativos son caros, involucran a otras personas y tienen un impacto económico, emocional y social. En todo el mundo, sin considerar un tipo de enfermedad en particular, se calcula que solo el 14% de los pacientes que requieren cuidados paliativos los reciben, lo que ocasiona que un gran número de pacientes estén en el abandono.

La Organización Mundial de la Salud, estableció el 11 de abril como el día mundial del Parkinson con el objetivo de difundir información tendiente a crear conciencia de las necesidades de apoyo de estos pacientes. Es de suma importancia subrayar la necesidad de una red de apoyo para los pacientes de Parkinson y sus familiares. Existen muchos trastornos derivados del trabajo de un cuidador, sea este un familiar o no, un profesional o no, por lo que este trabajo no puede recaer en una sola persona. Es menester que un grupo amplio de individuos se involucren en el cuidado de un paciente, con la finalidad de brindarles la mejor calidad de vida. Una de las enseñanzas más importantes de James Parkinson, y por lo que luchó gran parte de su vida, fue por la promoción de las mejoras de salud y del bienestar de la población. El día internacional del Parkinson no solo debe ser un día de reflexión de la enfermedad, de los que la padecen y de los cuidadores, sino un día que invite a pensar lo que un médico, o un miembro del sistema de salud puede hacer por su sociedad, tal cual James Parkinson nos enseñó.