El día de ayer 3 de septiembre de 2019 un grupo de individuos invadieron las instalaciones de la Universidad UNAM, con la intención de dañar la rectoría y hasta incendiarla, es clarísimo que ésta gente iba con la intención de hacer el mayor daño posible y hacerse notar a nivel nacional, dada la importancia de la Máxima casa de Estudios, encontrar resonancia internacional, gente encapuchada, que al cobarde amparo del anonimato, pretendieron provocar a los elementos de seguridad para ocasionar un problema mayor que dañara a la UNAM, lo más grave, es que se tienen evidencias de que intentaron penetrar a las oficinas centrales, con la perversa intención de incendiar el edificio de la rectoría, afortunadamente, la disposición de protección de la torre evitó ser penetrada para que lograran su objetivo. En vísperas de la elección del rector, que contempla la posibilidad de reelección del actual Rector Enrique Graue, que ha demostrado su capacidad, sensibilidad y sobre todo amor a la UNAM lo coloca en la ruta de la reelección, más, cuando existe la evidente amenaza del gobierno de vulnerar la autonomía universitaria, pues ya ha dado señales de su aversión al libre pensamiento y a la viabilidad de las Instituciones Públicas de educación superior, en el momento de replantear reducirles su presupuesto, primero y la creación de 100 “Universidades” en una experimento que se contrapone a la continuidad de universidades o instituciones de educación superior públicas en todo el país, que han acreditado su excelencia, reconocimiento y prestigio internacional. Que también el gobierno federal se ha pronunciado por anular los exámenes de ingreso y las evaluaciones para disminuir su excelencia. Ello solo puede encontrar justificación en algún resentimiento por no cumplir con los requisitos de tiempo mínimos, para culminar los estudios de licenciatura en los cinco años de promedio que señala la programación curricular de los planes y programas de estudio de las facultades.

Se siente esa oscura frustración contra las Instituciones de Educación Superior Mexicanas, símbolo de excelencia nacional, junto con el IPN, y La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que está entre las mejores 20 universidades del mundo y es la cuarta mejor institución de educación superior de América Latina, de acuerdo con el QS World University Rankings 2019. Se siente ese resentimiento, cuando se pretenden crear cien universidades, por dos motivos, el primero, el mezquino afán protagónico de preservar un nombre en lugar de continuar la obra de aquellos que le antecedieron, el segundo más perverso aún, de fundar un órgano de adoctrinamiento gubernamental, más que de formación de científicos, enmascarada, maquillada con el disfraz de institución de formación de educación superior, solo por satisfacer el miserable anhelo egocéntrico de preservar en el poder a un Partido Político.

Durante lo que va del sexenio, en el informe se omitió mencionar intencionalmente a los muertos, particularmente el de una gobernadora que curiosamente no se ha aclarado, por el inconfesable pecado de ser fifi, las circunstancias de su muerte, huérfanas de explicación. Lo mismo sucederá con este atentado a la torre de rectoría. No, como mexicano, como universitario, como ser humano, para comenzar las evidencias apuntan a un culpable, curiosamente desde el mismo cargo que tuviera en 68 Gustavo Díaz Ordaz que ordenara la ocupación de Ciudad Universitaria por el Ejército, pero curiosamente ese agresor de las instalaciones Universitarias con todo lo vilipendiado que fuera, al menos tuvo la honestidad y el valor de declararse responsable de todo lo del 68 en su siguiente informe de gobierno, nunca culpó al pasado. Lo que ha sucedido ayer erige como sospechosos a quienes han dividido a los mexicanos, que cobardemente esconden la mano en tanto no se demuestre lo contrario y acrediten su inocencia, porque también es autor intelectual, quien desde el poder transparenta sus odios, exacerbando los ánimos, incitando a la violencia a sus fanáticos extremistas para agredir a sus adversarios, para después, cobardemente erigirse en defensores de lo que provocaron.

No, los universitarios somos mexicanos pensantes, somos capaces de descubrir las más aviesas intenciones contra nuestra Alma Mater.

A pesar de lo que pretendan hacer creer a los jóvenes estudiantes, desde el bachillerato, hasta los posgraduados, no somos la masa dócil, bien intencionada, ingenua, ignorante y obediente, que cree en las recetas de aprendiz de brujo, tenemos el recurso de ver y comparar lo que sucede en todas partes del mundo e históricamente también lo que ha sucedido en otro tiempo.

Hoy, con el respaldo de las redes sociales, los universitarios, hemos de distinguir entre el engaño y la mentira y la defensa de la UNAM. Nosotros sí sabemos la importancia de las instituciones, nuestra institución la UNAM, sabemos de la importancia y significado de la solidez y unidad universitaria, en momentos de agresión a la UNAM, sabemos permanecer al lado de las Instituciones, intramuros como la Rectoría, como Institución y quien hoy la encarna Enrique Graue, como en su momento lo hiciéramos al lado de otra institución rectoral como el rector Barros Sierra, en los momentos de mayor turbulencia de la UNAM. Que no se confundan quienes espantan con despertar al tigre, porque el Puma puede ser sorprendentemente más poderoso. Es así que como universitario, como egresado, como académico, como mexicano, convoco a los universitarios de la UNAM a los de otras escuelas de educación superior públicas y privadas, a los ciudadanos pensantes a todos los mexicanos, a permanecer atentos e informados para defender a nuestra UNAM desde todas las trincheras y espacios donde podamos incidir, contra las agresiones de que pueda ser objeto, la Universidad Nacional Autónoma de México.

Porque como universitarios nos asiste el derecho colectivo e individual, por México, por nuestra Patria, por nuestra Raza.

“POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”

sadot16@hotmail.com

@EduardoSadot